Jean Meyer
Letras Libres
Este mes, Samuel Ruiz dejará Chiapas después de 40 años de labor evangélica en la diócesis de San Cristóbal. El historiador Jean Meyer condensa las siete principales acusaciones que le han hecho al obispo, quien a partir del levantamiento del EZLN ocupa el centro de todas las miradas, para desmentirlas una a una y situarlo en el lugar que merece como un seguidor fiel de la doctrina social de la Iglesia.
TESIS N° 1
"Él y sólo él es responsable de todo, para bien y para mal". Hay que tomarlo al pie de la letra cuando dice: "Yo soy el producto de un proceso, analícenlo en vez de buscar a la persona". O bien: "Yo vine para evangelizar a los indios, pero terminé evangelizado por ellos". Y esto: "No me gustan las entrevistas sobre mi persona porque levantan una mentira, el espejismo de que soy el protagonista principal de esta historia".
En la diócesis, además del obispo, existen varios actores muy importantes, colectivos como individuales: la Compañía de Jesús, la orden de los dominicos, los maristas, los sacerdotes diocesanos, los laicos militantes; en total, más o menos, treinta religiosos, 32 sacerdotes diocesanos, doscientas religiosas, siete mil catequistas. Si don Samuel tiene ideas muy claras sobre la defensa del indígena como "pobre entre los pobres" y sobre la "nueva evangelización", ha permitido muchas líneas de experimentación; la misión jesuita de Bachajín ha seguido un camino muy diferente del tomado por la misión dominica de Ocosingo y los maristas han trazado su propia vía. En total, tenemos a un cuerpo eclesiástico muy activo y muy diferenciado, sin hablar de los laicos, tanto indígenas como no indígenas, quienes, si bien reverencian a su obispo, han demostrado su capacidad de actuar de manera autónoma.
Sin embargo, no se puede subestimar la influencia del obispo; siempre ha controlado su diócesis y escogido cuidadosamente a sus colaboradores. Muchos han sido seleccionados o preparados o atraídos por él, personalmente o por su renombre. Hubo también una selección negativa, como en 1975, cuando a la hora de la opción diocesana a favor de los pobres, dijo: "No obligo a nadie a quedarse, las puertas están abiertas para los que no están de acuerdo".
Tesis N° 2. "El obispo es el Comandante Sam, o sea el culpable de todo lo que ha pasado en Chiapas en los últimos años". Es cierto que don Samuel y la diócesis han sido acusados constantemente, adentro y afuera de la Iglesia Católica, de estar implicados en el levantamiento del EZLN. Varios miembros del gobierno siguen dando a entender que la guerra no se debe tanto al EZ cuanto al obispo y a sus sacerdotes. El presidente de la República, en su gira a Chiapas, en mayo de 1998, denunció la "pastoral de la división" y la "teología de la violencia".
Probablemente el presidente aludía a un texto que circuló, sin pie de imprenta, hacia 1997-1998, justificando la lucha armada con citas sacadas de la Biblia. Dicho documento provenía, posiblemente, de San Cristóbal, pero no de la diócesis. Se habla de una ONG pero esta historia está por escribirse. La investigadora María del Carmen Legorreta escribió un libro, de indispensable lectura (Religión, política y guerrilla en las Cañadas de la Selva Lacandona, Cal y Arena, México, 1999), cuyo solo título es una tesis. Enrique Krauze la retomó, en tono menor, al hablar de "Ejército Catequístico de Liberación Nacional" (Letras Libres, enero, 1999, "El profeta de los indios"). En su reciente libro (Chiapas, la guerra en el papel, Cal y Arena), Marco Levario machaca: Es el "obispo guanajuatense quien, insisto, también es responsable de la mística revolucionaria, de la justificación de la violencia que obraría la ilusión de no pocos indígenas" (p. 181) "Luego, como Poncio Pilatos...", etc. (p. 182)".
El nuncio apostólico, Justo Mullor, ha reiterado que "es falso que [...] Samuel Ruiz haya sido el creador de la guerra en Chiapas". Comentó (Universal, 13 de agosto de 1999) que después del levantamiento "el Estado y los zapatistas quisieron que don Samuel fuera intermediador, y le ha pasado lo que pasa a todo intermediador. Se ha puesto en medio, como en sándwich, y le han dado palos por una parte y por otra". Si don Samuel enfrentó la hostilidad activa del nuncio Prigione, gozó de la amistad del anterior nuncio Raimundi y del nuncio actual.
Independientemente de la efectiva prédica que se dio de la teología de la liberación, especialmente en el sector dominico y en el marista, se debe subrayar que le hemos prestado demasiada atención y otorgado demasiada influencia a la llamada teología de la liberación. Como escribió Yvon Grenier ("Los olvidados: insurgentes e insurgencias", Letras Libres, septiembre, 1999, p. 18), se le ha dado una importancia idealizada y exagerada tanto a la dizque espontánea participación rural en la insurgencia (en Centroamérica), como al supuesto papel de la Iglesia Católica en alentar aquélla.
Lo que se le puede reprochar al obispo es no haber hecho pública —a posteriori, en el instante hubiera sido contraproducente— su condena del recurso a la lucha armada, años antes del levantamiento de enero de 1994. Su mediación, en 1994, se justifica por su temor razonable a ver devastada la diócesis por una guerra de verdad. Se le puede reprochar, también, no haber publicitado lo que es un secreto a voces, a saber, que la diócesis está más que distanciada de Marcos, desde que aquél prohibió a su gente la participación electoral. Vale la pena notar que tampoco Marcos ha publicado esa distancia, fricción, ruptura de hecho. ¿Por qué? No tengo los elementos suficientes para contestar.
Tesis N° 3. "A consecuencia del descuido de su tarea realmente religiosa a favor de la política, don Samuel ha permitido el crecimiento impresionante del protestantismo en la diócesis". Ese crecimiento es anterior a la llegada de don Samuel, y no está limitado a la diócesis, ni a Chiapas; es un fenómeno nacional, continental y mundial. Además, la disputa sobre las cifras apenas está empezando y promete resultados muy interesantes.
Es una falacia comúnmente repetida creer que los "protestantes", "evangélicos", "pentecosteses" y los no cristianos, como los testigos de Jehová, mormones, etc., son católicos convertidos.
En muchos casos, el crecimiento de la ola "protestante" se da en zonas o en segmentos sociales de los cuales la Iglesia Católica se encontraba ausente, por una razón o por otra. De hecho, en la diócesis, la Iglesia estuvo casi ausente entre 1857 y 1950, con la breve excepción de los años 1902-1911. Cuando el predecesor de don Samuel, a fines de los cincuenta, utiliza la figura del catequista indígena y llama a los jesuitas, los protestantes le llevan más de treinta años de ventaja a la Iglesia y cuentan con el apoyo del Estado local y del federal. Así que, en ausencia de cifras fiables, se vale decir que se está dando un crecimiento paralelo de las diversas iglesias cristianas (y no cristianas) a expensas de un tradicionalismo más chamánico que cristiano.
Don Samuel no sólo no descuidó su misión religiosa, sino que marcó su diócesis en tal forma que cualquier intento, por parte de su sucesor, de poner fin a la autonomía participativa, tanto del clero como de los laicos, provocaría una verdadera sangría. Tal cambio religioso sería mucho más grave que una reorientación de tipo político.
Tesis N° 4. "Don Samuel es un marxista enmascarado". De ninguna manera. Es un católico tradicional y ortodoxo que, desde su primera carta pastoral —la anticomunista que convenció a Fernando Benítez, en 1962, de que don Samuel era un ultraderechista— hasta la última, nunca se ha alejado de la clásica doctrina social de la Iglesia, por más que haya seguido las fluctuaciones lingüísticas que fueron las de la Iglesia (Vaticano II, Medellín, Puebla, Santo Domingo). A él no le "interesa la teología de la liberación, sino la liberación". Si se le reprocha aquello, el reclamo vale para toda la Iglesia, desde Juan XIII y Pablo VI, hasta abajo.
Lo que se le puede reclamar es haber optado por la corriente mayoritaria de la antropología, la "antropología cultural", a raíz de la Declaración de Barbados. "Quiero decir que una labor antropológica es la primera acción misionera. Conocer a fondo una cultura para descubrir sus valores, y esto por motivos no antropológicos sino teológicos, porque yo tengo que saber qué es lo que Dios ha hecho allí. Él es el primer misionero" (Pasión y resurrección del indio, 1972). Así se llegó al axioma de la pastoral: la dualidad opresión-libertad y la propuesta de un propio ser cultural, culminando con la iglesia autóctona. Uno puede disentir; es mi caso. Pero es un tema para discutir, nada más.
Por falta de espacio, me limito a decir que la diócesis ha retomado, con ese nuevo ropaje antropológico, el viejo mito (siglo XVI) de la comunidad indígena como comunidad cristiana ideal, siempre y cuando se pueda mantener aislada del mundo malo de los españoles y de los mestizos. Las misiones, las "reducciones", fueron hasta el siglo XVIII la encarnación de dicho proyecto.
Tesis N° 5. "Don Samuel es, como todos los clérigos, de todos los tiempos, un político sediento de poder". Dejemos a un lado la vieja carga anticlerical del argumento. La sociedad que encontró don Samuel, en cierta región chiapaneca, se parecía más a la Borgoña del siglo X estudiada por Georges Duby que a una sociedad democrática posindustrial. En dichas sociedades del Occidente medieval la Iglesia tuvo un papel decisivo en todas las actividades socioeconómicas, educativas, políticas y... militares. Le tocó precisamente, en ese tiempo, inventar e imponer, mediante sanciones espirituales, la paz, la tregua de Dios, las instituciones de paz. ¿Clericalismo? Ciertamente. En ese sentido, la actividad de don Samuel, y de muchos obispos, en México y en otras partes del mundo, es un caso típico de clericalismo. Justificado. ¿Por qué? Porque la Iglesia sustituye a un Estado desertor o ausente, ejerce la función de tribunus plebis, de defensor de los pobres, de procurador de los indios. Uso adrede términos que corresponden a sociedades arcaicas. En los principios de la Conai, don Samuel intentó repetir la hazaña de los obispos de la alta Edad Media que buscaban la "Concordia", la "tregua de Dios".
Tesis N° 6. "Don Samuel ha sido un factor de retroceso para Chiapas, empezando por sus dizque queridos pobres entre los pobres". No, don Samuel ha sido un agente de modernización acelerada adentro del mundo indígena, incluso contra su propia voluntad. Daré la palabra a sus críticos. María del Carmen Legorreta escribe: "Se puede afirmar que después de la colonización de la selva, el factor más decisivo en el desarrollo de los pueblos indígenas y campesinos de las Cañadas, [...] fue la influencia ideológico-política de los agentes de pastoral de la diócesis [...]. Es cuando su presencia resultó más favorable al desarrollo de las comunidades" (op. cit., pp. 60-61). Y también: "El papel de la diócesis [...] representó un aporte fundamental a favor de las tendencias de modernización en el estado de Chiapas, dada su función de contrapeso al discurso racista y a la división estructural de la sociedad chiapaneca sustentada en gran parte en la etnicidad" (Idem, p. 21).
Eso, la promoción de la mujer y del niño, la toma de conciencia de los actores sociales y la "revolución de las expectativas crecientes", se debe atribuir al obispo y a sus colaboradores. Uno puede disentir, como yo, de la idealización (clásica y periódica en la Iglesia Católica desde la llegada de los franciscanos a México en el siglo xvi) de una "comunidad indígena" soñada, pero eso es otro problema.
Tesis N° 7. "Don Samuel, si no llega a hereje, no es ortodoxo". Falso, tres veces falso. Don Samuel es, para bien y para mal, católico, apostólico y romano, tan romano que Roma, contra el nuncio Prigione, y a través del cardenal Echegaray, en aquel entonces secretario de Estado en el Vaticano, defendió, lanza en ristre, a su obispo.
Católico significa universal, ergo misionero: la Iglesia debe ir y predicar a todas las naciones. Por eso busca todas las formas de interacción con las sociedades locales, por eso varía en el espacio y en el tiempo. Así ocurre con don Samuel.
Sin embargo, la "Iglesia Autóctona", interpretada de manera estrecha, corre ciertamente el riesgo de dejar de ser universal, en la medida en que "católico" significa "universal". "Griego con los griegos" ("indio con los indios"), dice don Samuel. A lo cual hay que añadir, "y romano con los romanos, ladino con los ladinos, mestizo con los mestizos", etcétera.
Apostólico significa fidelidad a los elementos básicos de fe y práctica definidos en tiempo de los apóstoles. Por eso Roma valora la continuidad y le teme a la innovación, en especial a la innovación religiosa. Por eso los discursos de don Samuel sobre la Iglesia Autóctona provocan reacciones encontradas, y la consecuente rectificación del interesado. Pero don Samuel está en la línea recta de esa Iglesia bimilenaria cuando pretende contestar a los desafíos del mundo, de la pluralidad de culturas, de la necesaria transformación de este mundo. La Iglesia Católica nunca intentó, contra lo que muchos creen de buena fe, congelar su enseñanza religiosa en forma de un fundamentalismo testarudo. Su continuismo ha sido siempre evolutivo, perdonando la paradoja. Don Samuel es un obispo muy clásico, muy romano, como lo fueron Helder Camara en Brasil y monseñor Romero en El Salvador, arraigado en la tradición y flexible en la acción. El catolicismo, como comunidad y como institución, aloja personas libres e inventivas capaces de reaccionar de manera complicada a situaciones complicadas.
Al refutar los siete cargos levantados contra el obispo de San Cristóbal no hago su apología, pretendo hacer posible un balance tranquilamente crítico de su episcopado. -— CIDE, 2 de octubre, 1999
http://www.letraslibres.com/index.php?art=6130
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Uno de los opositores a su trabajo fue el padre italiano Flaviano Amatulli, el mismo que combate sectas en nuestro pàís, se tienen informes de un conflicto que tuvo o tiene con el obispo de saltillo Raúl Vera y con Samuel Ruiz.
Chiapas: los apóstoles y las tropas
Los laicos católicos que ayudan a los ejércitos están organizados en el Apostolado Militar Internacional, presidido por Jürgen Bringmann, cuyo emblema son tres espadas cruzadas formando una estrella.
Esa organización fue fundada en 1965, en Santiago de Compostela, España, en plena época del franquismo, por iniciativa de los militares católicos de diez países. Está reconocida por la Santa Sede como organización internacional católica, el AMI es miembro de la Conferencia de las OIC.
El AMI, que tiene sede en Bonn, Alemania, tiene como fin “promover la afirmación de una visión cristiana de la vida militar y de los valores que la caracterizan; favorecer la comprensión y la cooperación internacional, como aportación a la construcción de la paz en el mundo; afrontar, a la luz del Evangelio y de las enseñanzas de la Iglesia, cuestiones de orden espiritual, ético, moral y social característicos de la vida militar”.
Para ello, organiza encuentros y manifestaciones internacionales, como congresos y peregrinaciones; favoreciendo un intercambio constante de ideas y de experiencias entre las asociaciones miembro; manteniendo relaciones de colaboración con instituciones que trabajan para la búsqueda de la paz.
Actualmente está presente en 29 países distribuidos del siguiente modo: 4 de Africa, 3 de Asia, 12 de Europa, 3 de Norteamérica y 7 de Sudamérica.
A partir de la primera guerra mundial, como señala el mayor James Moos, de la Reserva de la Fuerza Aérea Estadounidense, y pastor en la Iglesia Unida de Cristo en Bismark, Dakota del Norte, el general John J. Pershing, comandante Supremo de las Fuerzas Expedicionarias Estadounidenses, reconoció las “contribuciones transcendentales que podían hacer los capellanes, y se lograron grandes avances en la organización e institucionalización de la capellanía militar”, aumentándose significativamente el número de capellanes que servían a las tropas, pues en ellos se veía un arma espiritual al servicio de la guerra. (ww.airpower.au.af.mil/apjinternational/apj-s/2trimes99/moos.htm).
Dado que no había suficientes capellanes, sobre todo en cuerpos como la aviación, se recurrió a organizaciones como la YMCA, los Caballeros de Colón, la Cruz Roja Norteamericana y el Ejército de Salvación, para proporcionar los servicios religiosos.
Pero hay otros grupos, más agresivos, a los que se acusa de actuar en colaboración con el Ejército, en la represión de movimientos sociales. Uno de ellos es Apóstoles de la Palabra, fundado el 2 de julio de 1978 por el sacerdote italiano Flaviano Amatulli Valente, quien llegó a México en enero de 1968.
Durante siete años fue director de la revista Esquila Misional y durante cinco años trabajó con los indígenas chinantecos, en Oaxaca, pero su principal interés ha sido combatir la influencia de las “sectas” como considera a las iglesias no católicas.
En 1986, los Obispos de México lo pusieron al frente del Departamento de la Fe frente al proselitismo Sectario (Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe).
El 22 de febrero de 1999, el obispo coadjutor de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, Raúl Vera, denunció públicamente a la Asociación denominada "Apóstoles de la Palabra", de Amatulli.
“Las personas que propagan su modo de pensar aquí, son personas que han acudido a cursos que han impartido él o sus colaboradores en otros lugares de la República, a donde dichas personas han tenido que ir por razones de trabajo. Al regresar a la Diócesis han comenzado ha conducir un cierto liderazgo que, por estar al margen de las estructuras parroquiales y diocesanas, ha concluído por dividir a la gente y los ha llevado a una abierta confrontación con los agentes de pastoral y con quienes colaboran con ellos en las parroquias”.
“… el problema de las personas que extradiocesanamente se han formado en sus escuelas, como ya dije, es que adquieren una visión de la vida cristiana fuera de la realidad, tienen una comprensión sumamente reducida de su fe, y la parcializan a tal punto, que sólo se capacitan para atacar a los que ellos consideran enemigos, que serán los que no coinciden con sus percepciones. Normalmente estos enemigos se encuentran entre los "protestantes", pero cuando en la misma Iglesia Católica se topan con personas que no coinciden con sus puntos de vista, se encierran en sí mismos y crean una iglesia aparte, para no contaminarse, como lo están haciendo abiertamente aquí”.
“Su posición los ha llevado a colaborar con el Ejército Mexicano, disfrázandose de soldados para ir señalando las casas de los que ellos consideran "enemigos", por razones religiosas y políticas, a quienes consideran merecedores de los peores maltratos de parte de esa institución, incluyendo cárceles, porque en su mente, esos pobres desdichados son enemigos de la religión y de la nación”.
“Todo esto dentro de la dinámica militar con la que han decidido solucionar un conflicto provocado por el hambre, la miseria y el sojuzgamiento de un pueblo, que son las mejores semillas desde donde germina la violencia (Juan Pablo II. Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 1999)”.
De acuerdo con Vera, las actitudes de Amatulli “…le sirven a los terratenientes y al Gobierno Federal o Estatal para continuar matando catequistas y cometer, el día menos pensado, los asesinatos de Don Samuel, mío o de cualquiera de nosotros. En efecto, se ha venido impulsado un clima de linchamiento contra nosotros con este tipo de acciones desde dentro de la misma Iglesia…” (Flaviano Amatulli Chiapas. Sectas y evangelización, Apóstoles de la Palabra, México, 2000, pp. 31-38)
fuente
Una respuesta del P. Flaviano Amatulli Valente a las
«SIETE TESIS ERRÓNEAS SOBRE DON SAMUEL»
de Jean Meyer, aparecidas en el número de diciembre
de «Letras Libres», págs. 110-112.
La sucesión episcopal
en la diócesis de San Cristóbal de las Casas
Este hecho representa sin duda el límite principal para un análisis exhaustivo del problema. En realidad, se trata de un trabajo comisionado para influir en ciertas decisiones relacionadas con la sucesión episcopal en la diócesis de San Cristóbal de las Casas.
Teología de la Liberación
y Teología India
¿Nunca sospechó el Sr. Jean Meyer a qué se debe el distanciamiento de don Samuel de la Teología de la Liberación? ¿Acaso don Samuel no ha sido en México uno de los exponentes más significativos de dicha Teología? ¿No habrá sido la Teología India una carta que don Samuel se sacó de la manga al último momento para no incurrir en las censuras hechas por la Jerarquía Eclesiástica con relación a la Teología de la Liberación?
Promotor social
Según el Sr. Jean Meyer, en el fondo, don Samuel habría sido en la diócesis de San Cristóbal de las Casas un gran promotor del cambio social en la línea de los documentos oficiales de la Iglesia. De acuerdo.
Ahora bien, ¿basta ésto para decir que se trata de un obispo que cumplió con su misión pastoral? ¿No representa ésta una visión reduccionista del papel del obispo?
Protestantismo en la diócesis de San Cristóbal
Las razones, presentadas por el Sr. Jean Meyer para justificar el éxito excepcional tenido por los grupos proselitistas en la diócesis de San Cristóbal de las Casas (se calcula que el 50% de sus habitantes ya no son católicos), no son exhaustivas.
De hecho, este fenómeno es característico de todos los lugares en que se implantó la Teología de la Liberación. ¿Las causas? Esencialmente dos:
* Apoyo de los gobiernos a los grupos proselitistas para restar fuerzas a la Teología de la Liberación.
* Vacío espiritual creado por la misma Teología de la Liberación, enfocada esencialmente al aspecto económico, político y social.
Pues bien, las diócesis de San Cristóbal de las Casas no fue ajena a este proceso. Por lo tanto, aparte de las causas mencionadas por el Sr. Jean Meyer, también la Teología de la Liberación tuvo su peso no indiferente en el avance de los grupos proselitistas.
Comparación con los obispos
Oscar Romero y Hélder Câmara
La comparación no rige. En realidad se trata de figuras muy diferentes en la línea de la lucha por el cambio social.
En el caso de Oscar Romero (arzobispo de San Salvador) y de Hélder Câmara (arzobispo de Olinda y Recife, Brasil), se trató de «profetas» que no cedieron a la tentación de volverse «reyes», imponiendo una línea pastoral muy particular. Lo que no pasó con don Samuel, que impuso o avaló una determinada línea pastoral, muy discutible a nivel de Iglesia Católica, eliminando cualquier tipo de oposición.
Es un hecho que el mismo Sr. Jean Meyer reconoce:
«Hubo también una selección negativa, como en 1975, cuando a la hora de la opción diocesana a favor de los pobres, dijo: “No obligo a nadie a quedarse, las puertas están abiertas para los que no estén de acuerdo” (o.c. pág. 110)».
Aquí está la raíz, el pecado original, de todo lo que después sucedió en la diócesis de San Cristóbal de las casas. Falta de apertura y de diálogo con otras corrientes de pensamiento y acción pastoral, monopolio en la interpretación del Evangelio, acción pastoral cerrada, abocada esencialmente al aspecto económico, político y social. Visión reduccionista de la realidad con consecuente acción pastoral. Falta de tolerancia. Espíritu sectario.
¿Qué sería de la Iglesia Católica si cada obispo o párroco se abocara el derecho de actuar de la misma manera? Se disolvería en un montón de sectas, enfrentadas entre sí. Un tipo de pastoral, que engendra marginación, no puede considerarse liberadora sino opresora. Y es precisamente el caso de la pastoral que se maneja en la diócesis de San Cristóbal de las Casas.
Este estilo de gobierno, más que eclesial, recuerda los modelos de Francisco Franco (España), Pinochet (Chile) o Fidel Castro (Cuba).
Peligro de una sangría
Afirma el Sr. Jean Meyer:
«Don Samuel no sólo no descuidó su misión religiosa, sino que marcó su diócesis en tal forma que cualquier intento por parte de su sucesor, de poner fin a la autonomía participativa, tanto del clero como de los laicos, provocaría una verdadera sangría. Tal cambio sería mucho más grave que una reorientación de tipo político» (o.c., pág. 111).
Es el punto focal de todo el informe, la tesis que el Sr. Jean Meyer quiere demostrar: «No tiene que interrumpirse el proceso desencadenado por don Samuel y afines. De otra manera...»
Es la tesis de don Samuel y allegados, que el Sr. Jean Meyer hace suya y presenta como propia. Es el objetivo principal de todo el informe, tanto que hubiera podido tener como encabezado: «Continuidad o caos en la diócesis de San Cristóbal de las Casas».
En este contexto, todo el trabajo hubiera parecido más lógico: primero, desmantelar la oposición, refutando sus acusaciones, y después demostrar su tesis, resaltando los méritos y alcances logrados, para concluir: «No hay que interrumpir el proceso. De otra manera... el caos».
Pregunto: «¿Se trata de un peligro real o una amenaza?» Sin duda que una situación de este tipo, más que hablar en favor, hablaría en contra de la manera de llevarse las cosas en la diócesis de San Cristóbal de las Casas, creando un tipo de Iglesia, muy ajeno al sentir de la Iglesia Universal. Esta manera de hacer las cosas recuerda mucho la manera de actuar de los dictadores antes mencionados, que, para evitar cualquier cambio en el futuro, trataron de atar bien las cosas antes de salirse de la escena política. Decía Francisco Franco: «Todo está atado y bien atado». ¿Y qué pasó poco después? Que todo se desató.
En el caso concreto de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, si de veras la situación estuviera tan crítica, ¿no sería oportuno intervenir lo más pronto posible para corregir una desviación, que con el tiempo pudiera provocar un verdadero cisma en la Iglesia?
Por otro lado, sin necesidad de llegar a suposiciones tan drásticas y alarmantes, baste recordar la experiencia centroamericana con relación a la Teología de la Liberación. ¿Qué pasó con sus tan cacareadas «Comunidades Eclesiales de Base», con su peculiar estilo de ser Iglesia en plena colaboración con el marxismo revolucionario? Una vez fracasado su proyecto político, sencillamente se esfumaron (tengo presente de una manera especial la situación de Nicaragua). Lo mismo puede pasar ahora en la diócesis de San Cristóbal de las Casas.
Y por último, ¿de parte de quiénes tendría lugar dicha sangría? ¿Acaso de parte de los agentes de pastoral más involucrados en el proceso desencadenado por don Samuel? ¡Mucha falta nos hacen!
Otra reflexión al respecto. Cuando el Sr. Jean Meyer habla de la reorientación pastoral impuesta por don Samuel, afirma que este hecho no influyó en el avance de los grupos proselitistas. Sin embargo, al hablar de una posible reorientación pastoral que se podría dar ahora de parte del sucesor de don Samuel, afirma que provocaría una verdadera sangría.
Me pregunto: «¿Es ésta una manera objetiva de ver las cosas? ¿O más bien se trata de un análisis de tipo partidista?»
De todos modos, si en la arquidiócesis de San Salvador y en la arquidiócesis de Olinda y Recife hubo un cambio de rumbo, ¿por qué no tendría que haber en la diócesis de San Cristóbal de las Casas? ¿No sería conveniente que también en la diócesis de San Cristóbal de las Casas se rectificara la línea pastoral para recuperar a muchos católicos que se apartaron de la Iglesia precisamente por no compartir la visión pastoral de don Samuel? ¿O se prefiere seguir teniendo en México una isla a nivel eclesial y social?
Por último, una reorientación pastoral en la diócesis de San Cristóbal, ¿no podría representar un elemento de capital importancia en orden a la solución del conflicto armado en la entidad?
Ortodoxia
En este aspecto habría mucho que matizar. Me limito a subrayar lo siguiente: una visión reduccionista de la realidad con su consecuente acción pastoral, ¿no representa de por sí una mancha en el plano de la ortodoxia? En la misma Teología de la Liberación, ¿no se afirma acaso que la ortopraxis representa la piedra de toque para la ortodoxia? En el caso concreto de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, ¿se puede hablar de ortopraxis teniendo presente las limitaciones mencionadas?
Informe ad usum Delfini
Estando así las cosas, es evidente que el informe presentado por el Sr. Jean Meyer no es tan objetivo como quisiera aparentar. En efecto, se trata de un simpatizante más de don Samuel, que quiere romper una lanza más en su favor. Claro que no es posible ser juez y parte al mismo tiempo.
De todos modos, ofrece muchos elementos positivos que pueden ayudar a esclarecer y comprender la complicada situación por la que atraviesa la atribulada diócesis de San Cristóbal de las Casas.
Ojalá que el tiempo y la serenidad necesaria ayuden al Sr. Jean Meyer a volver a su papel originario de historiador, dejando a un lado el de abogado, tratándose de papeles difícilmente reconciliables entre sí.
Además, no olvide el Sr. Jean Meyer que el enemigo más grande de la verdad histórica es el mito. Por lo tanto, cuanto más ayudará a desentrañar el mito de la diócesis de San Cristóbal de las Casas con su obispo don Samuel, tanto más hará obra de verdadero historiador. Fíjese bien: desentrañar el mito, no afianzarlo o complicarlo más por simpatía, amistad o quién sabe que.
México, D.F.; a 28 de diciembre de 1999.
Día de los Santos Inocentes.
fuente
[SIZE=+2]SR. DON SAMUEL RUIZ[/SIZE] [SIZE=+2]NO ESTOY DE ACUERDO CON USTED[/SIZE] [SIZE=+1]Carta abierta a Don Samuel Ruíz García[/SIZE] [SIZE=+1]Obispo de San Cristóbal de Las Casas, Chis.[/SIZE] San Andrés Tuxtla, Ver., a 22 de marzo de 1994.
Don Samuel:
Ya nos conocemos desde hace mucho tiempo. En el principio de mi actividad con los indígenas (1972), su pensamiento y su acción fueron para mí muy estimulantes. Pero después, poco a poco, empecé a notar algo raro en su «proceso» y me alejé. Los hechos dieron razón a mis sospechas.
Desde hace algún tiempo había pensado hacer un análisis exhaustivo acerca de su pensamiento y su acción pastoral, para tratar de desmitizar cierta imagen que se ha ido creando acerca de su persona. Pero nunca me decidí, por estar muy metido en otras cosas y especialmente para evitar de crear más problemas al interior de la Iglesia.
Pero ahora creo que haya llegado el momento de intervenir, aunque sea de una forma breve. Me doy cuenta de antemano de la ola de protestas que esta carta va a suscitar entre sus seguidores y admiradores, como ha sucedido con ocasión de algunas intervenciones anteriores acerca de la Teología de la Liberación. Sin embargo, todo esto no me asusta : estoy acostumbrado a navegar contracorriente, aceptando todas las consecuencias.
¿Cuál es el motivo de esta carta ? Invitarlo a reflexionar seriamente acerca de la advertencia de la Santa Sede.
Para que esto sea posible, antes que nada, tiene que liberarse de su imagen. Piense en sí mismo como ser humano y como cristiano (Obispo). Deje a un lado por un momento la imagen de un nuevo Bartolomé de Las Casas, completamente entregado a la causa de los indígenas.
Y después tiene que liberarse del influjo avasallador de ciertas personas que lo rodean y que encuentran en Usted el medio adecuado para hacer valer sus ideas. Sea Usted mismo, Don Samuel a secas. Si lo puede. Acuérdese que algún día será Don Samuel a secas que se presentará a dar cuenta de su actuación frente al Pastor Supremo, sin posibilidad de «apoyos» o «presiones» de algún tipo.
Pues bien, ¿no se da cuenta Usted de su fracaso pastoral en campo vocacional ? En realidad, ¿cuántas vocaciones sacerdotales y religiosas han surgido en su diócesis durante su gestión ? Por otro lado, ¿cuántos sacerdotes y religiosas se han visto obligados a salir de su diócesis a causa de su línea pastoral, marcadamente social?
En realidad, aquí esta el meollo de todo el problema. Su interpretación de la Teología de la Liberación ha sido muy extremista. La misma que se manejó en Nicaragua y El Salvador y que mira a un cambio radical del sistema económico y político.
Reflexione un momento : ¿Qué hubiera sido de México, si la gran mayoría de los obispos hubiera seguido sus lineamientos ? Se hubiera encontrado en plena guerra civil, sumido en la más grande desesperación y miseria.
Sea sincero consigo mismo : su manera de ver la liberación no ha dado buen resultado. Sus modelos, las revoluciones de Nicaragua y El Salvador, fracasaron plenamente, dejando una secuela de muertes, odios, pobreza y hambre. ¿Acaso quiere lo mismo para México ? Que Dios nos libre.
Reconozca que en su diócesis no existe la libertad : o se acepta la línea oficial o hay que salirse de ella. Y para los laicos existe la constante amenaza de privarlos de los sacramentos, si se rehusan a entrar en el «proceso».
Usted se ufana tanto de contar con numerosos y buenos catequistas. ¿Cómo pueden ser tan buenos catequistas, si muchos entre ellos están metidos en la política partidista hasta el codo y con ocasión del levantamiento zapatista llegaron hasta tomar las armas, incitando a los feligreses a seguirlos ?
Como puede ver, Don Samuel, en su pastoral hay muchas cosas que no andan bien. Por lo cual, más le vale atender la petición de la Santa Sede. Es mejor para todos.
Atentamente