frafraa
Bovino maduro
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El “representante” de los electricistas mostró signos de deslealtad desde el inicio del conflicto que involucró a su sindicato, a Felipe Calderón y a la extinta Luz y Fuerza del Centro.
Déjenme compartirles un texto que escribí el 8 de Octubre de 2009, justo después del decreto presidencial que dejaba sin chamba a todo el SME (Sindicato Mexicano de Electricistas).
Amigos electricistas, les voy a contar una historia absurda, y espero, irreal:
Hace no mucho tiempo, existía una compañía paraestatal que proveía de luz eléctrica a una de las ciudades más grandes del mundo. A pesar del veredicto de ser ineficaz, ustedes siempre estaban al pie del cañón; era su obligación, por eso les pagaban, y bien.
Entonces, el bombardeo de los medios de comunicación en contra de su sindicato empezó a crecer. No es que no hubiera existido desde antes, sino que un lapso relativamente corto, el desprestigio se intensificó.
Elecciones fraudulentas, ineficiencia de la empresa, el costo del mantenimiento de la misma (costo que pagaban los contribuyentes; una suma escandalosa en tiempos de crisis económica) eran las principales acusaciones. Y eran fundadas. Entonces, en el momento decisivo, el mismo día en que estaba programada la gran marcha para protestar contra la acción gubernamental, sale a la luz otro “escándalo”: El sindicato ha gastado más de cien millones de pesos para construir un gimnasio y un estacionamiento.
La gente se pregunta ¿por qué? ¿Realmente necesitan un gimnasio con duela importada de China, mientras nosotros mantenemos a una empresa que no se puede mantener a sí misma? ¡Claro! ¡Quiébrenla! ¡Que el gobierno nos salve del engendro del estado!
¿No se les hace sospechoso? Un líder sindical no llega a esa posición sin saber algo de política. Él sabía que con la inauguración del dichoso gimnasio estaba contribuyendo al odio de la causa que dice defender, y estaba siendo cómplice de ello. ¿Por qué, si no, estaban numerosos reporteros listos para cubrir el evento y dar la nota, la gota que derramará el vaso?: “El sindicato ladrón, corrupto y ahora, despilfarrador”.
Si él no hubiera deseado colaborar con el descrédito, el recinto deportivo hubiera aplazado su apertura, o hubiera podido pasar desapercibido.
Pero, ¿por qué no decirlo públicamente? Si la suerte de la paraestatal está echada, no habría por qué ocultarla, si la población en general está de acuerdo con su reintegración sin los vicios que ahora la agobian. Por ustedes, amigos, que todavía creen en que hay alguien que los representa. Porque si descubrieran que los que dicen defenderlos están coludidos con los que buscan su desintegración, saltarían prestos a defenderse. La única forma para que sean derrotados es que crean que alguien está luchando por ustedes.
Y si dudan de lo que les digo, ¡qué bueno! Lo mejor para ustedes ahora es dudar de todo, así como también nos convendría a los demás. Pero para mi mala suerte, creo que no les estoy contando nada nuevo ni fantástico, pero sí, absurdo.
Mandé el texto a diferentes diarios de circulación nacional: Excelsior, La Jornada, Milenio, Reforma. En alguno me publicaron, pero estoy seguro que la carta fue editada porque al día siguiente recibí quejas e insultos que me calificaban de vendido al poder y alguien que sólo se informa en los noticieros de Televisa. Muchas voces surgieron a partir de la unción de Esparza como representante de los electricistas; siempre siendo tildadas de ‘traidoras’ o ‘vendidas’.
Hoy, Martín Esparza no tiene empacho en mostrar su claro acercamiento al PRI, por ejemplo, al estar presente en el pasado Informe de Gobierno de Enrique Peña Nieto.
En mi opinión, un movimiento tan fuerte como lo fue el SME a finales de 2009 sólo pudo ser contenido por varios frentes; entre ellos, la inacción o resistencia de su mismo líder.
Tomado de la Revista Filos.mx
Déjenme compartirles un texto que escribí el 8 de Octubre de 2009, justo después del decreto presidencial que dejaba sin chamba a todo el SME (Sindicato Mexicano de Electricistas).
Amigos electricistas, les voy a contar una historia absurda, y espero, irreal:
Hace no mucho tiempo, existía una compañía paraestatal que proveía de luz eléctrica a una de las ciudades más grandes del mundo. A pesar del veredicto de ser ineficaz, ustedes siempre estaban al pie del cañón; era su obligación, por eso les pagaban, y bien.
Entonces, el bombardeo de los medios de comunicación en contra de su sindicato empezó a crecer. No es que no hubiera existido desde antes, sino que un lapso relativamente corto, el desprestigio se intensificó.
Elecciones fraudulentas, ineficiencia de la empresa, el costo del mantenimiento de la misma (costo que pagaban los contribuyentes; una suma escandalosa en tiempos de crisis económica) eran las principales acusaciones. Y eran fundadas. Entonces, en el momento decisivo, el mismo día en que estaba programada la gran marcha para protestar contra la acción gubernamental, sale a la luz otro “escándalo”: El sindicato ha gastado más de cien millones de pesos para construir un gimnasio y un estacionamiento.
La gente se pregunta ¿por qué? ¿Realmente necesitan un gimnasio con duela importada de China, mientras nosotros mantenemos a una empresa que no se puede mantener a sí misma? ¡Claro! ¡Quiébrenla! ¡Que el gobierno nos salve del engendro del estado!
¿No se les hace sospechoso? Un líder sindical no llega a esa posición sin saber algo de política. Él sabía que con la inauguración del dichoso gimnasio estaba contribuyendo al odio de la causa que dice defender, y estaba siendo cómplice de ello. ¿Por qué, si no, estaban numerosos reporteros listos para cubrir el evento y dar la nota, la gota que derramará el vaso?: “El sindicato ladrón, corrupto y ahora, despilfarrador”.
Si él no hubiera deseado colaborar con el descrédito, el recinto deportivo hubiera aplazado su apertura, o hubiera podido pasar desapercibido.
Pero, ¿por qué no decirlo públicamente? Si la suerte de la paraestatal está echada, no habría por qué ocultarla, si la población en general está de acuerdo con su reintegración sin los vicios que ahora la agobian. Por ustedes, amigos, que todavía creen en que hay alguien que los representa. Porque si descubrieran que los que dicen defenderlos están coludidos con los que buscan su desintegración, saltarían prestos a defenderse. La única forma para que sean derrotados es que crean que alguien está luchando por ustedes.
Y si dudan de lo que les digo, ¡qué bueno! Lo mejor para ustedes ahora es dudar de todo, así como también nos convendría a los demás. Pero para mi mala suerte, creo que no les estoy contando nada nuevo ni fantástico, pero sí, absurdo.
Mandé el texto a diferentes diarios de circulación nacional: Excelsior, La Jornada, Milenio, Reforma. En alguno me publicaron, pero estoy seguro que la carta fue editada porque al día siguiente recibí quejas e insultos que me calificaban de vendido al poder y alguien que sólo se informa en los noticieros de Televisa. Muchas voces surgieron a partir de la unción de Esparza como representante de los electricistas; siempre siendo tildadas de ‘traidoras’ o ‘vendidas’.
Hoy, Martín Esparza no tiene empacho en mostrar su claro acercamiento al PRI, por ejemplo, al estar presente en el pasado Informe de Gobierno de Enrique Peña Nieto.
En mi opinión, un movimiento tan fuerte como lo fue el SME a finales de 2009 sólo pudo ser contenido por varios frentes; entre ellos, la inacción o resistencia de su mismo líder.
Tomado de la Revista Filos.mx