tiburonxx
Bovino de la familia
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http://www.nexos.com.mx/?P=leerarticulo&Article=2099424
La profecía
Según Mancur Olson, criminales itinerantes compitiendo por posiciones destruyen el incentivo de invertir y de producir, dejando pocos recursos disponibles para la sociedad. En México hemos comenzado a ver el efecto sobre los bolsillos de los ciudadanos, las empresas y el gobierno; sin embargo, aún falta ver el impacto de la violencia sobre los indicadores macroeconómicos.
Edificando diagnósticos
Los datos construyen. En este caso nos permiten aproximarnos a una estimación de cuánto cuesta la violencia en el país.
• En 2007 se registraron en México dos mil 826 homicidios relacionados al crimen organizado. Ese año la inseguridad —desde robos hasta ejecuciones— se estima que costó 826 mil millones de pesos. Esto equivale al 7.4% del PIB o al 36.6% del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF).
• En 2008 se contabilizaron seis mil 837 homicidios relacionados al crimen organizado. Ese año el costo estimado de la inseguridad ascendió a 952 mil millones de pesos. El costo estimado representó 7.9% del PIB o al 37.1% del PEF.
• En 2009 se registraron nueve mil 614 homicidios; en 2010, 15 mil 273; para 2011 se espera que la cifra sea aún mayor. Es de suponerse que el costo estimado de la inseguridad también se incrementará.
• Para mediados de 2010 en el norte del país cerraron al menos 400 restaurantes, y la afluencia de comensales se redujo hasta 50%.
• Según el Instituto Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad, A.C. (ICESI), el 45% de los hogares tomaron una medida de seguridad.
• El crecimiento del blindaje de autos en el país se incrementó en 43% el año pasado y los costos en personal operativo de seguridad privada suman más de mil 500 millones de pesos.
• Sólo en Ciudad Juárez, desde 2006 han cerrado cinco mil negocios por la violencia.
• Finalmente, el porcentaje del gasto que destinan las compañías en México a sistemas de seguridad se incrementó a 11.2%.
Exhortando violentólogos
Al ver estos números uno esperaría ver un impacto negativo de la violencia a nivel macroeconómico, lo cual aún no sucede. Es decir, que todos estos costos que el gobierno, las empresas y los individuos están asumiendo afectarán las variables macro y el desempeño económico del país.
Como apuntaron los violentólogos colombianos Trujillo y Badel, las actividades criminales generan dos tipos de costos: los costos brutos, que son aquellos pagados por las víctimas de un crimen particular, y los costos netos, aquellos costos económicos reflejados en los indicadores nacionales y estatales. Es necesario aclarar que la diferencia se basa en que hay costos brutos que no tienen implicaciones económicas. Tomando esta diferenciación, en México los costos brutos se ven ya reflejados en los bolsillos de los mexicanos, sin embargo, no existe evidencia sólida del impacto de la inseguridad sobre la economía.
Esto puede deberse a tres cosas. Primero, la falta de disponibilidad de datos y los efectos de la crisis financiera mundial de 2008-2009 han hecho relativamente difícil calcular qué tanto afecta la violencia a la economía por un problema de identificación. Segundo, gran parte de los costos de seguridad son una transferencia de recursos de un agente a otro. Por último, puede que la violencia que hoy nos apremia se reflejará en los indicadores económicos (PIB, crecimiento, inversión) en años futuros.
En México no existen violentólogos que hayan realizado diagnósticos de cómo se ve o se verá afectada la economía por la creciente inseguridad. Sin embargo, existen para el caso colombiano muchos estudios que pueden ayudarnos a elaborar hipótesis de cómo la violencia en México podría afectar al crecimiento económico. Por un lado, Mauricio Rubio afirma que si la criminalidad en Colombia no se hubiera incrementado de la forma en que lo hizo en los ochenta y noventa, el crecimiento económico hubiera sido 2.5% más alto en los ochenta y 3% durante los noventa. Además, si en los noventa la tasa de homicidios se hubiera reducido en 75%, llegando a los niveles del resto de los países latinoamericanos, la tasa de inversión se hubiera incrementado 50%.
Por último, durante la guerra contra los cárteles que se dio en Colombia en los años ochenta, un incremento del 10% en la tasa de homicidios generaba una reducción de 1% en crecimiento económico. En México, de 2009 a 2010, la tasa de homicidios relacionados al crimen organizado se incrementó en 59% y, aunque la comparación con Colombia puede ser un poco exagerada, necesitamos violentólogos para estimar si la escalada en homicidios en México podría llegar a tener un efecto de este tipo en el crecimiento económico.
El consuelo
El hecho de que los indicadores no reflejen aún un efecto negativo derivado de la violencia no significa que no exista o vaya a darse. Por lo tanto, el consuelo queda pendiente.
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La profecía
Según Mancur Olson, criminales itinerantes compitiendo por posiciones destruyen el incentivo de invertir y de producir, dejando pocos recursos disponibles para la sociedad. En México hemos comenzado a ver el efecto sobre los bolsillos de los ciudadanos, las empresas y el gobierno; sin embargo, aún falta ver el impacto de la violencia sobre los indicadores macroeconómicos.
Edificando diagnósticos
Los datos construyen. En este caso nos permiten aproximarnos a una estimación de cuánto cuesta la violencia en el país.
• En 2007 se registraron en México dos mil 826 homicidios relacionados al crimen organizado. Ese año la inseguridad —desde robos hasta ejecuciones— se estima que costó 826 mil millones de pesos. Esto equivale al 7.4% del PIB o al 36.6% del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF).
• En 2008 se contabilizaron seis mil 837 homicidios relacionados al crimen organizado. Ese año el costo estimado de la inseguridad ascendió a 952 mil millones de pesos. El costo estimado representó 7.9% del PIB o al 37.1% del PEF.
• En 2009 se registraron nueve mil 614 homicidios; en 2010, 15 mil 273; para 2011 se espera que la cifra sea aún mayor. Es de suponerse que el costo estimado de la inseguridad también se incrementará.
• Para mediados de 2010 en el norte del país cerraron al menos 400 restaurantes, y la afluencia de comensales se redujo hasta 50%.
• Según el Instituto Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad, A.C. (ICESI), el 45% de los hogares tomaron una medida de seguridad.
• El crecimiento del blindaje de autos en el país se incrementó en 43% el año pasado y los costos en personal operativo de seguridad privada suman más de mil 500 millones de pesos.
• Sólo en Ciudad Juárez, desde 2006 han cerrado cinco mil negocios por la violencia.
• Finalmente, el porcentaje del gasto que destinan las compañías en México a sistemas de seguridad se incrementó a 11.2%.
Exhortando violentólogos
Al ver estos números uno esperaría ver un impacto negativo de la violencia a nivel macroeconómico, lo cual aún no sucede. Es decir, que todos estos costos que el gobierno, las empresas y los individuos están asumiendo afectarán las variables macro y el desempeño económico del país.
Como apuntaron los violentólogos colombianos Trujillo y Badel, las actividades criminales generan dos tipos de costos: los costos brutos, que son aquellos pagados por las víctimas de un crimen particular, y los costos netos, aquellos costos económicos reflejados en los indicadores nacionales y estatales. Es necesario aclarar que la diferencia se basa en que hay costos brutos que no tienen implicaciones económicas. Tomando esta diferenciación, en México los costos brutos se ven ya reflejados en los bolsillos de los mexicanos, sin embargo, no existe evidencia sólida del impacto de la inseguridad sobre la economía.
Esto puede deberse a tres cosas. Primero, la falta de disponibilidad de datos y los efectos de la crisis financiera mundial de 2008-2009 han hecho relativamente difícil calcular qué tanto afecta la violencia a la economía por un problema de identificación. Segundo, gran parte de los costos de seguridad son una transferencia de recursos de un agente a otro. Por último, puede que la violencia que hoy nos apremia se reflejará en los indicadores económicos (PIB, crecimiento, inversión) en años futuros.
En México no existen violentólogos que hayan realizado diagnósticos de cómo se ve o se verá afectada la economía por la creciente inseguridad. Sin embargo, existen para el caso colombiano muchos estudios que pueden ayudarnos a elaborar hipótesis de cómo la violencia en México podría afectar al crecimiento económico. Por un lado, Mauricio Rubio afirma que si la criminalidad en Colombia no se hubiera incrementado de la forma en que lo hizo en los ochenta y noventa, el crecimiento económico hubiera sido 2.5% más alto en los ochenta y 3% durante los noventa. Además, si en los noventa la tasa de homicidios se hubiera reducido en 75%, llegando a los niveles del resto de los países latinoamericanos, la tasa de inversión se hubiera incrementado 50%.
Por último, durante la guerra contra los cárteles que se dio en Colombia en los años ochenta, un incremento del 10% en la tasa de homicidios generaba una reducción de 1% en crecimiento económico. En México, de 2009 a 2010, la tasa de homicidios relacionados al crimen organizado se incrementó en 59% y, aunque la comparación con Colombia puede ser un poco exagerada, necesitamos violentólogos para estimar si la escalada en homicidios en México podría llegar a tener un efecto de este tipo en el crecimiento económico.
El consuelo
El hecho de que los indicadores no reflejen aún un efecto negativo derivado de la violencia no significa que no exista o vaya a darse. Por lo tanto, el consuelo queda pendiente.
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