A las 7 de la mañana del miércoles 16 de marzo, Ricardo Gabriel Salazar Girón, trabajador de Petróleos Mexicanos, llegó a la refinería Lázaro Cárdenas en Minatitlán, Veracruz.


Animoso, bromeó con sus compañeros del departamento de Telecom y hasta tarareó una canción mientras comenzaba una jornada similar a la que había realizado durante los últimos 14 años. Fue el último día de su vida.
A las 13:45 murió, después de permanecer casi 4 horas en el servicio médico ubicado en el interior de la refinería, y de que su hija solicitara, infructuosamente, lo trasladaran con urgencia al hospital general de PEMEX, a sólo 10 minutos del lugar.


El dolor por la pérdida de un hombre de 55 años, que nunca había presentado problemas de salud asociados a su condición de diabético, es inenarrable; pero su familia ha decidido sobreponerse a su tragedia y honrar su memoria para solicitar públicamente a las autoridades de PEMEX y del sindicato petrolero, investiguen y aclaren por qué si Gabriel llegó con un nivel de glucosa de 490, permaneció tanto tiempo en la camilla de un sitio que es sólo para evaluar a los trabajadores que presentan algún malestar físico menor, pero no cuenta con el personal ni la infraestructura para atender problemas médicos más severos.


En una carta abierta difundida en los medios locales, en la que se describen los hechos ocurridos entre las 9:30 de la mañana, cuando Gabriel fue trasladado por sus compañeros al servicio médico de la refinería, conocido como Periférico, y las 13:15 cuando su hija vio cómo el personal del lugar intentaba reanimarlo, la familia menciona las dudas sobre los motivos reales y el lugar donde falleció, dado que algunas versiones sostienen que Gabriel llegó muerto al servicio de urgencias del hospital general.


Los testimonios recogidos entre los compañeros de trabajo y el personal que recibió a Gabriel en el hospital general de PEMEX sustentan la sospecha de que hubo negligencia médica para atenderlo.
Su muerte desencadenó una solidaridad social pocas veces vista y el enojo ante lo que muchos suponen, por experiencias personales, que es irresponsabilidad e indolencia del personal médico a cargo del servicio periférico se manifiesta en la disposición para aportar información que facilite a las autoridades investigar lo ocurrido y fincar las responsabilidades que se deriven.
Hay también voces en contra que piden a la familia mantener su indignación y su dolor en el anonimato.


Que no se expongan a represalias; que no digan públicamente lo que se dice en privado: que la incapacidad y negligencia existen porque hay plazas que se ocupan por la vía del soborno; que hay quienes se enriquecen autorizando licencias laborales; que el contubernio impide que se brinde un servicio médico oportuno y la irresponsabilidad lleva a la muerte a trabajadores en sitios donde se debería luchar por la vida.


En medio de su dolor, la familia de Ricardo Gabriel Salazar Girón ha decidido exigir a las autoridades de PEMEX que aclaren sus dudas y actúen en consecuencia; que no haya más muertes por negligencias, y que la impunidad no sea la respuesta a la muerte de un hombre que siempre expresó su orgullo de pertenecer al gremio petrolero.
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Tomado de la Revista Filos.mx
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