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Relato: Mi primera vez

SAKSAZA

Becerro
Desde
13 Jun 2008
Mensajes
11
Recuerdo que cuando lo conocí fue un lunes por la mañana, era día festivo y yo no había ido a la escuela por lo que desde temprano ya me encontraba navegando en internet.
El chat de Starmedia siempre me gustó, es muy abierto y con variedad de salas para todos los gustos. Yo entré a la menos saturada de las cinco salas de gays que había. Mi Nick era AF439; numero de un vuelo que recién había tomado en mis últimas vacaciones y el Nick de él recuerdo bien; era Pablo32.
Siempre al entrar al chat ponía sobre la ventana de conversaciones la siguiente leyenda: “Alguien para charlar en buen plan?” , eso, sólo buscaba amistad. A esa invitación el único en responder fue Pablo y sólo con un “Hola” inició nuestra conversación.
Nuestra platica se hizo un poquito aburrida entre que se tardaba en escribir y entre que no decíamos nada… cuando le pregunte su edad me dijo tener 38 años, y en cuanto yo le dije que tenía 16 su interés se tornó bastante notorio. Me pidió que nos viéramos, que esperaba que su edad no me espantara y yo le dije que más bien yo esperaba que no le espantara la mía, dijo que no, que al contrario que le encantaba consentir a los peques... Él vivía en el DF y yo en Querétaro, por lo que la distancia sería un problema para un encuentro… pero él me dijo que no había problema que solventaría los gastos si estuviera dispuesto a viajar a su ciudad. Con miedo, sinceramente con miedo pero decidido dije que si aceptaba, me pidió un número de cuenta y me deposito algo de dinero.
Ahora faltaba saber cómo podía ir a México, sólo, sin que mis papás se opusieran, le pedí a un compañero de colegio que hablara con ellos argumentando que serían las bodas de plata de sus papas en el DF y como ya lo conocían en la casa si me dejaron ir. Iba yo bastante nervioso, con sólo 16 años no se ha vivido mucho, bueno yo no. Aún no había tenido relaciones sexuales, conocía lo poco por el porno que veía en internet y creía que sería así de fácil... sólo me había masturbado metiéndome el viejo mango de un cepillo de dientes eléctrico que me había negado a tirar después de que ya no funcionara, porque había visto en él un vibrador en potencia.
Llegue en un taxi a su departamento en la calle de Amores en la colonia del Valle en el DF, mientras bajaba del coche, curiosamente él estaba en su balcón, me reconoció inmediatamente y desde arriba me grito que me abriría la puerta enseguida. La puerta se abrió de forma electrónica, el sonido del interruptor que abre la puerta me acrecentó mi nerviosismo, estando Enrique en el balcón; me dijo que tomara el ascensor y en el cuarto piso a mano derecha, sólo hay dos departamentos por piso y así lo hice. La puerta de su casa estaba abierta pero no estaba él junto a ella, me asomé y saludé “Hola”, él gritó desde la cocina “Pásate”. Era un departamento amplio, algo aburguesado en la decoración pero lindo, el olor a cigarro se mezclaba con Safari de Ralph Lauren y mientras observaba el lugar él apareció: Un hombre blanco, de cuerpo robusto pero no gordo, de cabello castaño claro y ojos verde no tan claros. Me sonrió y me dijo “pásate a la sala” y yo camine un poco más, cerré la puerta porque sabía en mi interior lo que seguiría, mi corazón de adolescente latía a mil e incluso sentí una pequeña opresión en mi pecho del nerviosismo que me invadía. Él se acercó a poner seguro a la puerta y me abrazo por detrás, el mide alrededor de 1.75 y yo apenas 1.63. Sentí como flexionaba las piernas para que su verga ya tiesa pudiera rosar mis nalgas, me empezó a besar el cuello y con su mano derecha me toco mi pene que ya en ese momento comenzaba a erectarse.
Me volteo de frente a él y me besó, no supe que pensar, la menta la tenía en blanco, pero conforme seguíamos besándonos muy apasionadamente, pasaron por mi mente las imágenes de aquellas veces que veía a mis primas en los eventos de la familia besarse con sus novios y yo con la envidia interior rogando por tener un príncipe azul, ahora yo tenía al príncipe pero no era azul, era rubio y mucho mayor que el que siempre había soñado.
Se separó de mi con una sonrisa y soltándome el abrazo de forma muy arrebatada… “Debo controlarme, pero no mames ya quería tenerte aquí chiquito…” dijo mientras se acomodaba el bulto por encima del pantalón kaki que traía puesto, me ofreció algo de tomar y nos sentamos en la sala… después de platicar un poquito dijo que tenía que apagar la televisión de su recamara que había dejado prendida y se fue hacia allá, entonces me gritó que fuera… mi sorpresa fue grande cuando en la cama había un osito de peluche y entre sus brazos una cajita de chocolates, me dijo son para ti… sonreí y lo tome, el oso era lindo y el detalle aún más, fue padre que un desconocido tuviera detalles conmigo y más porque realmente el tipo era guapo. Me volvió a abrazar y me sentó en la cama, me besaba aun con él parado frente a mí y con su verga también parada, de pronto comenzó a desabrocharse el cinturón y pude ver su ropa interior, un bikini negro de algodón dejaba ver perfectamente el bulto de sus huevos grandes y llamativos, la cabeza del pene asomaba por encima del resorte y entonces yo lo baje para poder tocarlo, sólo eso… tocarlo… me quedé en shock, fue la primera vez que tenía en mis manos un pene erecto de alguien que no fuera yo, los vellos (pocos) no estaban recortados y eran castaños como su cabello, el me agarro la cabeza acercándola a su verga tiesa, abrí mi boca y con el corazón a punto de estallar la metí en ella… el sabor era una mezcla a suavizante de telas que el calzón dejo en él y sudor… entonces el empezó a moverse metiendo y sacándola de mi boca, un minuto después del vaivén y la retiro de mi cara, sonrió y me preguntó “eres virgen verdad?” a lo que yo asentí con la cabeza, invadido de una vergüenza interior porque suponía que mi mala forma de mamar delataba mi falta de experiencia. Él sonrió, tenía en la cara una expresión que denotaba ternura y a su vez una lujuria aun mayor… eso me hizo sonrojarme. Me abrazo muy fuerte y me levanto de la cama, me tomo de la cintura y con un solo movimiento me recostó boca arriba, se puso sobre mi sin apoyar su cuerpo encima, me quito el pantalón y la playera, quedándome solo en bóxer y tínes blancos, el con su bikini negro que hacía fuerte contraste con su piel blanca pero no pálida… el bulto no era tan remarcado porque la excitación se le había bajado un poco… comenzó a besar mis tetillas y yo sólo me retorcía de placer, bajo un poco más con sus besos hasta llegar al bóxer, mordisqueo con cuidado mi pene ya erecto y siguió bajando a mis piernas, delgadas y pálidas, al llegar a los tobillos se reincorporó y sonriente me miró de arriba abajo, se mordió el labio inferior y solo exclamó: “Que rico estás nene” se sobó el paquete que ahora si estaba a tope… se quitó el calzón y se puso de rodillas frente a mi cara, queriendo poner su verga tiesa en mi boca de nuevo, con la voz suave me dijo “despacito, asi chupale de arriba abajo, con tu mano derecha jala el cuerito de arriba abajo al compás de las chupadas que le das…” yo excitado y nervioso empecé a mamarla… mientras agarraba ritmo lo hice un poco más frenético y el con las manos recargadas en la cabecera de la cama aventaba sus caderas en un vaivén fantástico, con los ojos cerrados disfrutaba ese rico pedazo de carne blanca dentro de mi boca, si así era de rico en ella que sensaciones no me daría cuando ya estuviera dentro de mi culito. Abrí los ojos y de reojo pude ver en el espejo del closet su figura, desnudo, de espaldas y con las nalgas bastante torneadas a pesar de no ser atlético fruncirse al compás de su vaivén. Era todo lo que siempre vi en las películas porno y mejor porque yo era el coprotagonista.
Con cada metida en mi boca un gemido salía de la suya, de pronto se contuvo y me lo quito de la boca porque un poco de semen ya se había salido y yo lo había probado, creo que estaba a punto de venirse… Me hizo para atrás y me tomo de nuevo de la cintura, me puso boca abajo y comenzó a besarme la espalda, mientras la recorría sentí su verga tiesa y húmeda rosando nuevamente mis nalgas… llegó hasta el área de mi coxis y lengüeteo un poquito donde inicia la división de las nalgas y eso me hizo reaccionar con un espasmo incontrolado que dejo escapar al mismo tiempo un gemido de mi interior… presentí lo que seguiría así que sin más me levanté un poco más las nalgas, y abrí las piernas dejando al descubierto mi culito adolescente, él se percató de mi posición y se volvió a incorporar, yo creí que había hecho algo malo porque había dejado de lengüetear mis nalgas, pero entonces gire la cabeza y lo vi con las manos en la cintura, hincado sobre la cama y con una mirada de lujuria encabronada, sonrió y dijo “no puedo creer que tengo un culito virgen esperando a que lo embista”… yo sólo sonreí, el me tomo de las caderas y las jaló hacia él, lo que hizo que levantara más las nalgas, a su vez Enrique las abrió un poco más y empezó lengüetear mi culito virgen, parecía que si quisiera meter toda la lengua en él, y gran parte si entró. No podría describir el placer que da el primer beso negro que había experimentado. Sin darme cuenta yo estaba gimiendo cada vez más fuerte, el seguía empinado mamándomelo y con su mano derecha se masturbaba. Sin decir más me puso boca arriba y acomodó todos los cojines que había en la cama detrás mío, los puso a modo de cabecera y puso mi cabeza sobre ellos, quedando yo casi sentado. Saco de su cajón un condón, siempre los había visto pero jamás pensé que serían usados en mí y no por mi… se lo puso de forma cuidadosa y lo lubrico con un lubricante que había sacado también de su cajón, entonces lo vi; su verga tiesa, venosa, rosada que ya era casi roja oscura de la sangre que la hacía permanecer erecta, tomó lubricante con dos dedos e introdujo uno en mi hoyito, me fruncí de placer que no cabía en mí, el frio del lubricante me hizo apretar sus dedos con el culito, él sonrió y con su mirada tierna me dijo “tranquilo chiquito, relájate, no vamos a hacer nada que tu no quieras…” y entonces lo deje entrar… al principio costó trabajo meterlo de lo apretado que estaba por los nervios, pero con su besos y caricias me deje llevar, y entonces lo metió todo de un jalón, el dolor me hizo apretarle el brazo y pedirle que se esperara, que fuera gentil, continuaba besándome y me tranquilizaba diciendo “todo estará bien chiquito, tranquilo, despacito… así, mira despacito, sientes mi verga? Que rico chiquito así, así, despacito…” y entonces me relajé y el dolor dio paso a otra sensación, extraña y aún no placentera…conforme el vaivén se acrecentaba mi esfínter se relajaba y entonces el placer me estremeció por completo, recostado sobre esas grandes almohadas perdí mi virginidad. La imagen de sus nalgas en el espejo del closet me excitaba aún más, el contraste de mis piernas al aire con sus grandes muslos apretados en cada embestida me hacían estremecer y gemir de placer… Entonces yo tome la iniciativa ésta vez y lo pedí se pusiera boca arriba, quería ahora yo montarlo y así fue, mientras me acomodaba arriba de él lo vi, recostado, perfecto, grande y maduro hombre que desvirginaba por fin mi cuerpo. Me senté sobre sobre su verga tiesa enfundada en el primer condón que había estado en mi interior, sentí como entraba por completo en esa posición, como yo a placer podía controlar los movimientos, y el con las manos en mis muslos solo los apretada recordándome, cada vez que los gemidos le permitían hablar; lo mucho que yo le gustaba. Probamos otras posiciones y al final me puso sobre la orilla de la cama con el culo al aire, el parado debajo y con mis piernas alrededor de su cintura me embestía como loco, estaba empapado en sudor y los pocos vellos de su pecho parecían estar roseados de escarcha por las gotas de sudor, entonces tomo mi pene erecto y empezó a masturbarme cada vez más fuerte, gemiamos ambos y entonces dijo “vente, vente bebé, vamos a venirnos juntos…” yo no pude más y acabé en su mano, mi semen se chorreo hasta manchar mi estómago y entonces el dio un espasmo tan fuerte y tan excitante que supe que se había venido en mi interior… sin sacar su verga aun tiesa de mi hoyito me volvió a acomodar sobre grandes almohadas de pluma donde todo había iniciado… tomo un pañuelo de su mesa de noche, me dio uno y ambos nos limpiamos… nos quedamos recostados platicando como 1 hora, yo estaba encantado de haber perdido la virginidad de una forma espectacular y con un hombre como el que siempre había querido, lo miraba embelesado mientras él hablaba y yo recostado junto a su pecho le acariciaba el vello. Nos vestimos, fuimos a cenar y surgió una gran amistad, nada más… aunque me dolió porque me enamoré de él, la diferencia de edades no podían dejar crecer más. Duré 3 noches en su casa, así que ya se imaginarán que cosas no sucedieron… No lo he vuelto a ver, se cambió de casa, yo de la mía y ahora que tengo 24 sigo preguntadome que será de él…
 
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