voanalto
Bovino adicto
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Historias de mi Oaxaca Linda.
La Leyenda de San Antonio
En el templo parroquial de Pochutla se venera una pintura que representa a SAN ANTONIO DE PADUA. El lienzo no es muy grande pues mide solamente tres cuartas de largo por dos de ancho; está pintado al óleo, y sobre el fondo oscuro se destaca el busto del santo cuyo rostro es del tamaño natural, y un Santo Niño vestido con una túnica roja, de pie sobre un libro que sostiene la mano izquierda de SAN ANTONIO, que en su mano derecha porta una rama de azucena.
La piadosa tradición del hallazgo de la imagen de SAN ANTONIO, la debemos a personas dignas de todo respeto por su avanzada edad y por su mediana ilustración que las aleja de toda superstición vulgar.
En los tiempos a que se refiere esta leyenda, Pochutla no tenía ninguna importancia, porque ni Puerto Angel estaba abierto al comercio ni el café era conocido en esta región, pues la apertura de Puerto Angel al comercio y el cultivo del café datan del año 1849.
Antiguamente se explotaba una industria bastante lucrativa que consistía en teñir hilo, llamándose a los que se dedicaban a ella, teñidores de hilo.
En la época presente han desaparecido estos teñidores, así como desaparecieron las hilanderas. Cuando no se habían inventado las máquinas de hilados, era ocupación propia de las señoras el torno o el malacate, ocupación que les daba comodidades y bienestar; pues además del hilo que usaban en los géneros de sus vestidos que ellas mismas tejían, hilaban un hilo especial para teñir y que los teñidores les pagaban a buen precio.
En el mar se cría, pegado a los peñascos, un caracolito que al apretarlo despide un líquido que, aplicado al hilo, le da un color morado muy firme. El desconocimiento de anilinas y otras tintas vegetales, hacían que el hilo de caracol, como se le llamaba, fuera bastante apreciado y se expendiera por todo el país, dejando pingües ganancias a los teñidores.
Era un año del último tercio del siglo XVII, en el mes de octubre, época en que los marineros esperaban con temor un viento huracanado que en su especial lenguaje llaman Cordonazo de San Francisco. El día 13 de ese mes amaneció triste y despejado. El firmamento estaba cubierto por densos nubarrones que parecían vapores de un volcán invisible. De cuando en cuando los rayos del sol atravesaban la densidad atmosférica, pero los nubarrones pronto interceptaban su tímida claridad.
A medida que el día avanzaba, el frío era menos intenso, siendo reemplazado por un calor que a las diez de esa mañana era sofocante como el de una fragua encendida.
El mar estaba al parecer tranquilo; pero su superficie casi inmóvil a esa hora, tenía un aspecto extraño, presentándose en unos trechos negra y en otros blanquecina.
Historia
Dos teñidores, uno más anciano que el otro, que habían salido de Pochutla y recorrían la playa en busca de caracol, sostenían el siguiente diálogo.
- Este calor es tan sofocante que dificulta la respiración - dijo Simón, el de mayor edad.
- Es extraño, porque en la mañana hacía un frío excesivo - contestó el joven Juan.
- ¡Mira! ¡Qué mal color tienen los nubarrones que circundan el disco del sol!
- Sí parecen vapores desprendidos de un horno en que se quema basura.
- ¡Qué raro se ve el mar! A pesar de estar tranquilo y no tener ni un movimiento aparente, forma espumas cerca de los peñascos.
- ¡Qué espuma tan rara! Hasta parece hollín mezclado con jabón.
Los teñidores son visibles muestras de asombro y de terror, continuaron en su peligrosa tarea sin perder de vista los fenómenos que se efectuaban en el mar.
Cuenta la tradición que el día a que nos referimos en este relato, cuando los dos teñidores recorrían la playa, dedicándose a su tarea de teñir hilo con más ahínco que nunca, la tempestad desplegó en el espacio sus terribles alas de sombra, y el mar furioso como una fiera irritada, se revolvió en su inmenso lecho, levantando hasta el cielo sus montañosas olas.
Cuando la tempestad desplegaba toda su salvaje grandeza y en la línea del horizonte confundíanse el cielo y el mar, como si las olas hubiesen escalado las nubes o éstas se hubiesen desplomado sobre aquellas, los dos teñidores que se encontraban refugiados en el hueco de una pequeña cueva, descubrieron entre las irritadas olas la oscura silueta de un buque; entonces Simón -el de más edad- dijo preocupado.
-¡Dios tenga piedad de los infelices que vienen a bordo!
-Dice usted muy bien- respondió el joven con visible preocupación - porque solamente la Divina Providencia podrá impedir que las olas se traguen ese buque o que lo estrellen contra las rocas.
Pero la tempestad arreciaba. El mar estaba furioso, bramaba y rugía como una fiera que acosada por el hambre quisiera devorar su presa, mientras el buque era juguete de las olas, simulando ser una pluma volando al impulso del huracanado viento sobre las crestas espumantes de las mismas olas gigantescas.
En un momento dado los dos teñidores vieron un remolino, señal inequívoca de que el buque se había hundido en los abismos del océano.
Los dos hombres movidos por una misma inspiración, se pusieron a rezar y en medio del rugido de la tormenta que se desencadenaba con aterradora violencia, el rumor de una ferviente plegaria resonó imponente.
Padre nuestro que estás en los cielos.
Días después, cuando el agitado mar se había transformado en un pulimentado espejo, los dos teñidores volvieron a la playa para continuar sus habituales labores y mientras teñían su hilo se pusieron a platicar, como siempre lo hacían.
- Buen tiempo tenemos hoy, gracias a Dios.
- Si tío Simón, después de la tempestad viene la calma, según dice el refrán.
- Tienes razón Juan, por cierto que esta calma me recuerda un milagro que me hizo Dios, hace ya mucho tiempo.
- ¿Qué milagro es ese tío Simón? Nunca me ha contado usted nada de ese suceso.
- Sí hijo, un milagro que no es para contarse por pura curiosidad, sino para alabar a Dios que se complace en prodigarnos beneficios.
- Cuéntemelo usted - dijo Juan, reflejando gran curiosidad en su rostro.
- Te voy a complacer, ya que el sitio y la calma del mar me traen el recuerdo de aquel memorable día.
- Hace muchos años, siendo yo muy joven, fui acusado de un crimen que no había cometido y como no pude probar mi inocencia, fui condenado a ser arrojado vivo al mar, amarrado de pies y manos y con una gran piedra atada al cuello; era una sentencia de muerte cruel y despiadada, no cabe duda.
Un día en que el mar estaba tan tranquilo como hoy, la sentencia se cumplió, pero como era 13 de junio y ese día está dedicado a SAN ANTONIO DE PADUA, yo recordé que ese santo era muy milagroso, pues según mi madre me contó cuando yo era niño, este santo convirtió en devotos oyentes de la palabra de Dios a los tiburones que se lo querían comer, estando en pleno mar abierto, en altamar.
Cuando fui arrojado al mar, con mucha fe me encomendé a él; sentí como si las cuerdas con que estaba amarrado se disolvieran al contacto del agua, pudiendo salir a flote cuando apenas había transcurrido un poco menos de un minuto.
Cuando todos suponían que ya me había yo ahogado y que los tiburones me habían hecho pedazos, se quedaron sorprendidos, estupefactos, cuando me vieron flotando sobre la superficie del mar y a una sola voz gritaron ¡Milagro! ¡Milagro! ¡Era inocente! ¡Simón es inocente! ¡Este gran milagro lo demuestra! ¡Lo habíamos condenado y ahora Dios nos ha hecho ver nuestro error!
Y efectivamente, este hecho fue suficiente para que mi inocencia fuera reconocida por todos y las autoridades del pueblo me dejaran en libertad absoluta y total.
Por eso, tu habrás visto que soy el más entusiasta, el que más coopera y ayuda para que las fiestas de SAN ANTONIO sean cada vez más brillantes, más alegres y lucidas pues con ello estoy pagando la promesa que le hice a SAN ANTONIO cuando estuve a las puertas de la muerte.
En esos momentos cerca de los peñascales situados a poca distancia del sitio donde trabajaban los dos teñidores se escucharon unas voces que no había persona alguna en el lugar de donde venían las voces y lo más curioso fue que empezaron a escuchar una bella y armoniosa melodía desconocida por ellos.
- Parece que las voces y la música vienen de la cueva, donde nos protegimos de la tempestad el otro día - dijo el viejo Simón.
- Pues vamos allá y registremos.
- Vamos hijo mío.
Registraron con gran cuidado la pequeña cueva sin ver nada ni a nadie desilusionados ya se disponían a abandonar el lugar, cuando vieron los dos a la vez, un rollo cuidadosamente envuelto, sobre una roca que ya habían inspeccionado antes.
El anciano Simón tomó el rollo, lo desenvolvió con cuidado y... no pudo contener una exclamación de asombro y gritó emocionado.
¡¡¡ S A N A N T O N I O B E N D I T O !!!
- ¡Mis ruegos han sido escuchados! Es una imagen de ¡ SAN ANTONIO !
La imagen estaba completamente seca, como si alguien acabara de depositarla en ese lugar, su belleza era notable y revelaba la habilidad del artista que la había pintado y la devoción con que la había concebido.
Muy contentos los dos teñidores por aquel feliz hallazgo, resolvieron dar cuenta a la autoridad y a los principales vecinos de Pochutla, de lo cual se encargó Juan.
Informamos al alcalde y los vecinos más connotados, guiados por Juan, acudieron al lugar y se quedaron asombrados al contemplar el santo.
Con gran respeto colocaron la imagen sobre unas andas y la condujeron al templo donde se celebraron solemne Te Deum y otras ceremonias religiosas a las que concurrieron tantos y tantos fieles, que no cupieron en el pequeño templo.
Pronto se extendió por toda la comarca la noticia del hallazgo de la imagen de SAN ANTONIO, por lo que diariamente llegaban peregrinaciones al templo de Pochutla, compuestas por personas de todas las edades, jóvenes, viejos, niños, hombres y mujeres, pobres y ricos.
Y Fray Maximiano termina así su interesante y místico relato:
¿De dónde procedía la imagen? ¿Habría venido del buque que dos días antes se había hundido y el agua la desechó de su seno y la colocó sobre la roca donde la encontraron los teñidores? ¿Puede considerarse su aparición como un hecho sobrenatural y divino o como un acontecimiento debido a una feliz casualidad?.
¡Misterios insondables de la Divinidad que son y serán un misterio para la limitada inteligencia humana!
Se aceptan criticas.