Alej17
Bovino de la familia
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La era de la mediocridad
Bienvenido al espectáculo donde la estrella eres tú. ¿Qué tan mediocre eres? Parecerá una contradicción hablar del término mediocridad en una época a la que muchos autores han calificado como la era del conocimiento, de la tecnología, accesibilidad y de una infinita cantidad de información. ¿Entonces, cómo se explica que, ante tanta abundancia intelectual disponible, se generen resultados tan pobres en contenido? ¿Por qué, incluso con todas las herramientas de conocimiento y comunicación, una cantidad cada vez mayor de personas no logra entender que los conflictos y luchas (tanto personales como sociales) aumentan preocupantemente?
Nunca tuvimos una sociedad tan decadente desde el punto de vista psicológico. El término mediocre, antes de ser peyorativo, deriva de “media”, y aquello que no es bueno o malo, no suele equivocarse, pero tampoco tener éxito. En los diccionarios podrás encontrar definiciones más severas, que dicen que el mediocre es aquel que carece de méritos o cualidades. Aquí encontraremos la mediocridad dentro de nosotros mismos.
Conviértete en una persona completa. Según Gustav Jung, ese proceso es al que llamó individualización. ¿Pero acaso actualmente, donde la individualidad es un valor presente e intrínseco de las persona, la concepción de Jung es aplicable a la realidad? ¿Después de todo, qué significa ser completo? ¿O qué es ser persona? En una obra de Clarice Lispector, ella dice que el término “Persona” debería ser un cumplido, y que en realidad, hay mucha responsabilidad en Ser.
En el proceso de descubrirse a uno mismo, los otros resultan fundamentales. Sin embargo, hoy más que nunca, con la popularidad de las redes sociales, podemos apreciar que muchas veces hay dificultades para lidiar con ese desconocido que es tan diferente y al mismo tiempo tan igual a nosotros. También conocido como semejante, el otro muchas veces es un completo extraño. Jung argumenta que la clave de la individualización resulta de la interacción entre el individuo y la sociedad. Ahí reside la fuente de todos nuestros problemas y, principalmente, de los conflictos sociales.
Primero, entiende que aquí hablaremos de igualdad. Entonces, por favor, deja de lado tus creencias, fe, conceptos, prejuicios y definiciones sobre las cosas y, entonces sí, sumérgete en este texto. Sí, interactúa, no seas un simple lector, la idea aquí es una conversación y esta debe estar en igualdad de condiciones para que pueda tener algún efecto.
La comunicación es un gran don para la humanidad, la referencia máxima de esto es la discreta apertura presente en el primer capítulo del Evangelio de Juan que menciona “En el principio era el Verbo”, una oración que dice todo y hace legitima la narrativa restante (es importante señalar que la Biblia tiene un aspecto psicológico de extrema importancia en la sociedad y es desde ente punto de vista que hago dicha afirmación). Gracias al lenguaje nuestra especie es única en la naturaleza, responsable de grandes hechos y características. Ahora, precisamente cuando superamos las barreras de la comunicación mediante la tecnología, nuevas preguntas aparecen, las diferencias y los problemas se multiplican. Aunque el núcleo de nuestra cuestión es la igualdad, no pienses que la existencia de la diferencia es algo negativo, al contrario, esta es necesaria en la vida, pero la forma en que administramos esto es preocupante. Entre esos puntos negativos, existe algo vital en cualquier relación que está siendo comprometido: el entendimiento.
Haz un ejercicio rápido para que te des una idea de este hecho. Entra a Facebook y localiza alguna publicación noticiosa con un tema polémico como la religión, sexualidad, política, derechos humanos, corrupción y tantos otros. Algunos minutos leyendo los comentarios serán suficientes para perder la fe en la humanidad por la cantidad de opiniones que huyen del todos los principios éticos, lógicos e incluso humanos.
Lo que vemos en los comentarios de este tipo de publicaciones aún no tiene definición en el extenso léxico de significados. En términos filosóficos, hay una diferencia entre discusión y disputa. Lo que sucede actualmente en las redes sociales no cabe en una discusión, y puede que tampoco en una disputa, realmente hemos creado un nuevo método para exteriorizar nuestras ideas, pero lo más próximo es la definición de disputa, que es una batalla de argumentos que exigen demostraciones (esta es la parte distorsionada en la actualidad, las personas son incapaces de argumentar y sustentar su propia opinión) a fin de que una idea prevalezca. La discusión, por su parte, es un proceso de lapidación de las opiniones, en la que se buscar alcanzar un equilibrio entre las partes, es decir, algo más raro aún. La importancia de una discusión no debe menospreciarse, pues desde el punto de vista lingüístico, al constatar la forma en que las opiniones y creencias están siendo formadas, estamos “evolucionando”, pues nuestra capacidad de comunicar está adjunta al desarrollo de la especie. Sin olvidar que las opiniones y creencias funcionan como un útero para los prejuicios y la discriminación.
Todo contexto resulta importante para evaluar el momento que se está atravesando (ejerciendo la episteme – de la que hablaremos a continuación), que por cierto es único y decisivo. Imagina a la humanidad entera como si fuera una persona. Al evaluar el tiempo que hemos permanecido en este planeta, apenas 200 mil años, y tan solo 50 mil con la forma de “hombres pensantes” (Homo sapiens), nos daremos cuenta que en esta coexistencia sale de la adolescencia y entra en la madurez. Este es el motivo de que este momento en la historia sea de suma importancia. Ahora coloquemos a esa “persona” humanidad en un sofá: pasó por una adolescencia rebelde, ya esclavizó a una raza, quemó personas por creer en brujas y realizó atrocidades como el Holocausto e Hiroshima. En lugar de aprender con estas elecciones, terminaron causando traumas profundos. Freud dice cosas relevantes respecto a esto, de cómo el impacto de estos hechos marcaron el subconsciente colectivo. Según el doctor, la psique social se vio fuertemente comprometida con la Gran Guerra, que trajo la destrucción de la identidad del otro, relevó los niveles de crueldad a los que el hombre puede llegar o en sus palabras “el fracaso de la mediación del otro” o lo que él llamó “narcisismo de las pequeñas diferencias sociales”, en que se transforma al diferente en enemigo – un concepto freudiano muy vigente ¿verdad?
Actualmente las diferencias pasan por una intensificación por los medio propagadores de opiniones, marcados por la fuerte presencia de internet y de las redes sociales. La participación individual que es más activa si se tienen en cuenta estos medios y esa conectividad debería venirnos a auxiliar, sin embargo muchas veces no cumple ese objetivo. Surgiendo así una cuestión importante que ejerce un papel fundamental en nuestra vida: nuestra opinión, o mejor aún, nuestra mediocridad.
Los hombres son movidos y perturbados no por las cosas, sino por las opiniones que ellos tienen de ellas, son las palabras del filósofo griego Epicteto. De hecho, la opinión sufre frecuentes masacres en el campo de la filosofía, esta no es bien vista y precisamente por su construcción. Platón ya nos indicaba su crítica de la doxa, palabra griega que designa a la opinión popular, que él clasifica como “mundo de las sombras” por ser imperfecto e influenciado por los sentidos y no por el conocimiento, en oposición a la episteme que sería el conocimiento real, concebido a través de un amplia visión que analiza todo el contexto eximiéndolo de una evaluación personal.
Y llegamos exactamente al punto de eximir la visión personal, pues esta se encuentra llena de vicios que impiden el entendimiento mutuo. Es el entendimiento quien transforma las diferencias en puntos de vistas, con coherencia dentro de la complejidad social y colectiva. Ya que el mundo como está configurado no se corresponde más con la realidad en que vivimos. Nuestras estructuras bases están alineadas a una ideología de consumo que va totalmente contra el imperativo de la sustentabilidad en todo. No el término barato que el marketing emplea como estrategia, sino su concepto más puro, pues hoy no tenemos más condiciones para pensar individualmente, la sociedad es para el hombre lo que el mar es para un pez; no por nada los temas sociales están tan en boga y generan conflictos tan intensos de ideas. El propio capitalismo, amado y odiado por otros, corresponde a una escenario que no es más el nuestro, el mercado responde a esto siendo más flexible, con tendencias a compartir y a los servicios colaborativos, vale la pena mencionar que algunas de las marcas más famosas del mundo, Google, por ejemplo, no cobran por gran parte de sus servicios. Nuestras necesidades naturales como la falta de estructura básica como el agua y la energía muestran la fragilidad de una sociedad carcomida por un muy tergiversado sentido de la opinión que necesita de una postura rápida, un salto.
Sigue....
http://marcianosmx.com/era-de-la-mediocridad/
Bienvenido al espectáculo donde la estrella eres tú. ¿Qué tan mediocre eres? Parecerá una contradicción hablar del término mediocridad en una época a la que muchos autores han calificado como la era del conocimiento, de la tecnología, accesibilidad y de una infinita cantidad de información. ¿Entonces, cómo se explica que, ante tanta abundancia intelectual disponible, se generen resultados tan pobres en contenido? ¿Por qué, incluso con todas las herramientas de conocimiento y comunicación, una cantidad cada vez mayor de personas no logra entender que los conflictos y luchas (tanto personales como sociales) aumentan preocupantemente?

Nunca tuvimos una sociedad tan decadente desde el punto de vista psicológico. El término mediocre, antes de ser peyorativo, deriva de “media”, y aquello que no es bueno o malo, no suele equivocarse, pero tampoco tener éxito. En los diccionarios podrás encontrar definiciones más severas, que dicen que el mediocre es aquel que carece de méritos o cualidades. Aquí encontraremos la mediocridad dentro de nosotros mismos.
Conviértete en una persona completa. Según Gustav Jung, ese proceso es al que llamó individualización. ¿Pero acaso actualmente, donde la individualidad es un valor presente e intrínseco de las persona, la concepción de Jung es aplicable a la realidad? ¿Después de todo, qué significa ser completo? ¿O qué es ser persona? En una obra de Clarice Lispector, ella dice que el término “Persona” debería ser un cumplido, y que en realidad, hay mucha responsabilidad en Ser.

En el proceso de descubrirse a uno mismo, los otros resultan fundamentales. Sin embargo, hoy más que nunca, con la popularidad de las redes sociales, podemos apreciar que muchas veces hay dificultades para lidiar con ese desconocido que es tan diferente y al mismo tiempo tan igual a nosotros. También conocido como semejante, el otro muchas veces es un completo extraño. Jung argumenta que la clave de la individualización resulta de la interacción entre el individuo y la sociedad. Ahí reside la fuente de todos nuestros problemas y, principalmente, de los conflictos sociales.
Primero, entiende que aquí hablaremos de igualdad. Entonces, por favor, deja de lado tus creencias, fe, conceptos, prejuicios y definiciones sobre las cosas y, entonces sí, sumérgete en este texto. Sí, interactúa, no seas un simple lector, la idea aquí es una conversación y esta debe estar en igualdad de condiciones para que pueda tener algún efecto.
La comunicación es un gran don para la humanidad, la referencia máxima de esto es la discreta apertura presente en el primer capítulo del Evangelio de Juan que menciona “En el principio era el Verbo”, una oración que dice todo y hace legitima la narrativa restante (es importante señalar que la Biblia tiene un aspecto psicológico de extrema importancia en la sociedad y es desde ente punto de vista que hago dicha afirmación). Gracias al lenguaje nuestra especie es única en la naturaleza, responsable de grandes hechos y características. Ahora, precisamente cuando superamos las barreras de la comunicación mediante la tecnología, nuevas preguntas aparecen, las diferencias y los problemas se multiplican. Aunque el núcleo de nuestra cuestión es la igualdad, no pienses que la existencia de la diferencia es algo negativo, al contrario, esta es necesaria en la vida, pero la forma en que administramos esto es preocupante. Entre esos puntos negativos, existe algo vital en cualquier relación que está siendo comprometido: el entendimiento.

Haz un ejercicio rápido para que te des una idea de este hecho. Entra a Facebook y localiza alguna publicación noticiosa con un tema polémico como la religión, sexualidad, política, derechos humanos, corrupción y tantos otros. Algunos minutos leyendo los comentarios serán suficientes para perder la fe en la humanidad por la cantidad de opiniones que huyen del todos los principios éticos, lógicos e incluso humanos.
Lo que vemos en los comentarios de este tipo de publicaciones aún no tiene definición en el extenso léxico de significados. En términos filosóficos, hay una diferencia entre discusión y disputa. Lo que sucede actualmente en las redes sociales no cabe en una discusión, y puede que tampoco en una disputa, realmente hemos creado un nuevo método para exteriorizar nuestras ideas, pero lo más próximo es la definición de disputa, que es una batalla de argumentos que exigen demostraciones (esta es la parte distorsionada en la actualidad, las personas son incapaces de argumentar y sustentar su propia opinión) a fin de que una idea prevalezca. La discusión, por su parte, es un proceso de lapidación de las opiniones, en la que se buscar alcanzar un equilibrio entre las partes, es decir, algo más raro aún. La importancia de una discusión no debe menospreciarse, pues desde el punto de vista lingüístico, al constatar la forma en que las opiniones y creencias están siendo formadas, estamos “evolucionando”, pues nuestra capacidad de comunicar está adjunta al desarrollo de la especie. Sin olvidar que las opiniones y creencias funcionan como un útero para los prejuicios y la discriminación.
Todo contexto resulta importante para evaluar el momento que se está atravesando (ejerciendo la episteme – de la que hablaremos a continuación), que por cierto es único y decisivo. Imagina a la humanidad entera como si fuera una persona. Al evaluar el tiempo que hemos permanecido en este planeta, apenas 200 mil años, y tan solo 50 mil con la forma de “hombres pensantes” (Homo sapiens), nos daremos cuenta que en esta coexistencia sale de la adolescencia y entra en la madurez. Este es el motivo de que este momento en la historia sea de suma importancia. Ahora coloquemos a esa “persona” humanidad en un sofá: pasó por una adolescencia rebelde, ya esclavizó a una raza, quemó personas por creer en brujas y realizó atrocidades como el Holocausto e Hiroshima. En lugar de aprender con estas elecciones, terminaron causando traumas profundos. Freud dice cosas relevantes respecto a esto, de cómo el impacto de estos hechos marcaron el subconsciente colectivo. Según el doctor, la psique social se vio fuertemente comprometida con la Gran Guerra, que trajo la destrucción de la identidad del otro, relevó los niveles de crueldad a los que el hombre puede llegar o en sus palabras “el fracaso de la mediación del otro” o lo que él llamó “narcisismo de las pequeñas diferencias sociales”, en que se transforma al diferente en enemigo – un concepto freudiano muy vigente ¿verdad?

Actualmente las diferencias pasan por una intensificación por los medio propagadores de opiniones, marcados por la fuerte presencia de internet y de las redes sociales. La participación individual que es más activa si se tienen en cuenta estos medios y esa conectividad debería venirnos a auxiliar, sin embargo muchas veces no cumple ese objetivo. Surgiendo así una cuestión importante que ejerce un papel fundamental en nuestra vida: nuestra opinión, o mejor aún, nuestra mediocridad.
Los hombres son movidos y perturbados no por las cosas, sino por las opiniones que ellos tienen de ellas, son las palabras del filósofo griego Epicteto. De hecho, la opinión sufre frecuentes masacres en el campo de la filosofía, esta no es bien vista y precisamente por su construcción. Platón ya nos indicaba su crítica de la doxa, palabra griega que designa a la opinión popular, que él clasifica como “mundo de las sombras” por ser imperfecto e influenciado por los sentidos y no por el conocimiento, en oposición a la episteme que sería el conocimiento real, concebido a través de un amplia visión que analiza todo el contexto eximiéndolo de una evaluación personal.
Y llegamos exactamente al punto de eximir la visión personal, pues esta se encuentra llena de vicios que impiden el entendimiento mutuo. Es el entendimiento quien transforma las diferencias en puntos de vistas, con coherencia dentro de la complejidad social y colectiva. Ya que el mundo como está configurado no se corresponde más con la realidad en que vivimos. Nuestras estructuras bases están alineadas a una ideología de consumo que va totalmente contra el imperativo de la sustentabilidad en todo. No el término barato que el marketing emplea como estrategia, sino su concepto más puro, pues hoy no tenemos más condiciones para pensar individualmente, la sociedad es para el hombre lo que el mar es para un pez; no por nada los temas sociales están tan en boga y generan conflictos tan intensos de ideas. El propio capitalismo, amado y odiado por otros, corresponde a una escenario que no es más el nuestro, el mercado responde a esto siendo más flexible, con tendencias a compartir y a los servicios colaborativos, vale la pena mencionar que algunas de las marcas más famosas del mundo, Google, por ejemplo, no cobran por gran parte de sus servicios. Nuestras necesidades naturales como la falta de estructura básica como el agua y la energía muestran la fragilidad de una sociedad carcomida por un muy tergiversado sentido de la opinión que necesita de una postura rápida, un salto.

Sigue....
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