Hola!

Registrándote como bakuno podrás publicar, compartir y comunicarte en privado con otros bakuos :D

Regístrame ya!

¿Está sobrevaluada la democracia?

tiburonxx

Bovino de la familia
Desde
6 Nov 2005
Mensajes
4.037
http://www.msemanal.com/node/4294

Existe un amplio debate a escala mundial acerca de cuál es el tipo de régimen político más propicio para la promoción, respeto y garantía de los derechos humanos. De manera unilateral, los países paneuropeos (es decir, Europa y sus ex colonias exitosas en América del Norte y la cuenca del Pacífico) han afirmado durante el último medio siglo que la democracia es el único tipo de gobierno capaz de embonar a la perfección con una vida en sociedad regida por los derechos humanos.
Algunos críticos de esta postura sostienen que no hay una regla de oro universal, evidente e irrefutable, que establezca que sólo la democracia es capaz de dar viabilidad a los derechos humanos. Sostienen que dicha afirmación sólo es parte de la ideología de las poderosas naciones paneuropeas para imponer su modo de ser a lo largo y ancho del planeta, así como para castigar, ya sea de manera económica o incluso militar, a los países que no se atienen a su modo de pensar; tales han sido los casos de las invasiones estadunidenses a Irak y Afganistán, por ejemplo.
No obstante que este tipo de crítica es saludable en la medida que pone un dique intelectual a las pretensiones neoimperialistas de los países poderosos del mundo, lo cierto es que, efectivamente, hasta el día de hoy, la forma de gobierno que ha demostrado la mayor capacidad y eficacia para garantizar y hacer respetar los derechos humanos es la democracia. Aquí, entonces, es preciso hacer una precisión de la mayor importancia. La democracia es una forma de gobierno en la que una mayoría decide, pero en la que todos participan. No puede decirse de un Estado que es democrático si no están incluidos todos los actores relevantes de una sociedad; por éstos, y para seguir la caracterización que desde el final del Renacimiento se ha hecho de la dignidad humana, se debe entender a todos y cada uno de los integrantes de una nación, independientemente de su nivel educativo, poder económico o el grupo étnico al que pertenezcan.
Esto representa un reto fundamental para la gran mayoría de los Estados que se dicen democráticos, porque lo que en la práctica ocurre es que la “democracia” la llevan a cabo las clases económicamente privilegiadas y un cierto porcentaje de las clases medias, mayoritariamente aquellas con una cierta instrucción escolar. Aunado a esto, existe la creciente tendencia a que los elementos formales de la democracia, como son las campañas, los usos y las personalidades políticas, se mezclen cada vez más con el dominio de la mafia, vía la corrupción, con lo que queda así minado el terreno para hacer valer con justicia la voluntad popular.
Una democracia de este tipo puede ser llamada “parcial” o “sesgada”. Dicha modalidad se ve exacerbada en el Tercer Mundo en general, y en el caso particular de América Latina cuenta con pesados lastres heredados del colonialismo peninsular de corte medieval. Por supuesto, una democracia sesgada (en la que estructuralmente se excluye a los más pobres, a los indígenas y a los iletrados) tiende a generar mucha más injusticia que respeto a los derechos humanos. La razón es simple y atroz: tácitamente no se considera que los excluidos de esa democracia tengan derechos humanos. De manera que una de las necesidades y también de las grandes encrucijadas tanto del subsistema político como de la sociedad civil, es abrir los cauces (políticos, mediáticos, de resistencia pacífica, etcétera) para exigir que las naciones se constituyan como una democracia real, cuya meta sea la expansión de los incluidos y no la constante generación de excluidos.

EL PRINCIPIO DE LA MAFIA

En un ambiente así, ciertamente los derechos humanos pueden constituirse en piedra angular del Estado. Éste sería completamente viable y estaría en capacidad de hacer frente de manera eficaz a sus grandes enemigos, como son los grupos de poder local que sistemáticamente violan los derechos humanos (los cacicazgos), los malos elementos al interior de los gobiernos que sólo ven sus fines egoístas despreciando las necesidades de la población (la alta corrupción) y, por supuesto, los practicantes de lo que el pensador estadunidense Immanuel Wallerstein llama “el principio de la mafia”, el crimen organizado en todas sus ramificaciones.
Los tres fenómenos antedichos son los mayores opositores a la democracia y al respeto de los derechos humanos al interior de un Estado, y llegan incluso a minarlo a tal grado que se vuelva inviable como proyecto nacional en cierto periodo de tiempo. Sin embargo, su existencia no es debida a la acción de un demonio maligno que pretende hacer insoportable la vida en sociedad; fatalmente, existen porque las democracias sesgadas son una vasta tierra fértil para su crecimiento. Todas aquellas personas excluidas de la vida democrática de un Estado, que en países como México se cuentan por millones, no tienen más remedio que aceptar una sobrevivencia bajo el azote de estos fenómenos anómalos, o bien impulsarlos y participar activamente en ellos.
Pensemos en el fenómeno del narcotráfico en nuestro país. ¿Qué puede hacer una persona excluida de todos los servicios del Estado, sin posibilidad de recibir educación, ni trabajo ni oportunidades para tener una vida digna, que sabe que su voto no cuenta y que su voz jamás será escuchada? Decide entonces que se unirá como matón, como mensajero o como esclavo (o los tres) con la banda del narcotraficante de la localidad. Piensa que por lo menos hará dinero rápido y en abundancia. Por supuesto, en el corto o en el mediano plazo, su vida (y muchas veces la de sus seres queridos) será el precio a pagar por tal decisión, pero en el ínterin ya ha servido de base social para la mafia. Como este hombre hay cientos de miles.

ALTERNATIVAS A LA DEMOCRACIA SESGADA
En breve, una formación social con una democracia sesgada tenderá a desaparecer y, en el mediano plazo, es muy probable que acabe siendo tomada por completo por los barones de la mafia, la corrupción y el cacicazgo. La sociedad que emergerá de ella será hostil y oscura porque dependerá de una desregulación negativa de lo social, una manera de entender y efectuar la interacción con los demás ajena a los principios fundamentales de la civilidad humanista: el respeto a la vida y a la propiedad privada. El miedo y la violencia serán las maneras preeminentes de cohesionar las relaciones humanas, y las alternativas positivas para el futuro serán difíciles de llevar a cabo, aunque no imposibles: pasarán por la reforma integral de la educación. Si ésta no puede llevarse a cabo de manera estructural por los cauces del Estado, debido a que su anquilosamiento es irreversible, entonces tendrá que armarse de forma alternativa desde la comunidad, con una educación en valores sustentable y reproducible desde los primeros días de vida en el interior de familias convencidas, responsables, que sepan mirar al futuro.
Existe la experiencia de la transmisión generacional de costumbres, de creencias religiosas y de maneras de ver el mundo. Es posible utilizar esto para fines iluministas, para la expansión de las creencias en la dignidad humana, el respeto mutuo y el trabajo común.
Una segunda opción es incluir los reclamos públicos, pacíficos, dialógicos y constructivos contra las acciones perniciosas de los actores políticos. Las leyes están hechas, o deberían estarlo, para el beneficio de la ciudadanía, y en esa medida deben hacerse observar y respetar. Cuando tengan flancos débiles o inestabilidades producto de su omisión o su quebranto, se hace necesario hacer cambios en ellas, ya sean de superficie o de raíz. No son perennes, sino que deben estar sujetas a constantes rehechuras y modificaciones. Por ejemplo, no debería existir el fuero para los políticos de elección popular y debería transparentarse toda asignación de recursos. Asimismo, debería estar perfectamente claro de dónde proviene el dinero de las campañas políticas, y deben prohibirse las donaciones anónimas a las mismas, entre un sinnúmero de acciones más.
Una tercera alternativa proviene de la disolución de los grandes monopolios (ya sean estatales o privados) en campos clave de las estructuras del bienestar poblacional: el sistema educativo, los medios masivos de comunicación y el sistema de salud pública, por mencionar tres de los más importantes. Éstos deben empalmarse con las necesidades de las grandes masas poblacionales. La coparticipación entre quienes están al frente de dichos sectores, los administradores públicos de los mismos y la ciudadanía es indispensable para encontrar un modelo común de funcionamiento que beneficie a todos los implicados. En una sociedad verdaderamente democrática, las personas deberían ser capaces de tener una educación edificante, información precisa y verídica y, muy especialmente, acceso a consultas, tratamientos, intervenciones y medicamentos buenos, efectivos y asequibles.

EVOLUCIÓN O EXTINCIÓN
Como se ve, éstas son ideas generales que ayudarían a hacer más vivible el mundo futuro. Qué tipo de organizaciones sociales, entendimiento comunitario y puesta en práctica requieren, es algo que todavía está por determinar y es uno más de los retos cuya solución queda por imaginar en el corto plazo. Por lo pronto, como habitantes de un Estado todavía soberano y formalmente democrático, aunque en medio de una crisis vital y estructural de colosales dimensiones, tenemos la obligación ética de trabajar, pedir y sustentar día con día el logro de una democracia real, amplia e incluyente. Ése es el reto mayor de nuestra generación.
En suma, la democracia, tal y como la hemos conocido hasta la fecha en nuestro país y en otras partes del mundo, sí está sobrevalorada, porque se ha convertido en un instrumento de legitimación política para prácticas excluyentes y, en consecuencia, antidemocráticas. En muchos casos es ya casi un cascarón reiterativo por medio del cual las clases dirigentes, cerradas y ensimismadas, realizan un cambio de personas, pero no de clanes, de ideas o de prácticas.
En cambio, lo que está subvaluado es el ejercicio democrático real, aquel que incluye la voz de todos los grupos de interés al interior de un Estado-nación, y que define como grupos de interés a todas las personas al interior del mismo. Por supuesto, lograr un régimen sociopolítico de esta guisa es una tarea colosal, pero la medida del reto implica la medida del problema: o el Estado nacional se refunda sobre las bases de una solidaridad nueva, participativa y omniabarcante o, simple y sencillamente, habrá comenzado su acelerado proceso de desaparición como forma de vida en comunidad. La apuesta por el futuro en nuestra encrucijada contemporánea pasa, ni más ni menos, que por la evolución o la extinción de la forma de vida democrática en su encarnación moderna.

:mota:
 
http://www.msemanal.com/node/4294

Existe un amplio debate a escala mundial acerca de cuál es el tipo de régimen político más propicio para la promoción, respeto y garantía de los derechos humanos. De manera unilateral, los países paneuropeos (es decir, Europa y sus ex colonias exitosas en América del Norte y la cuenca del Pacífico) han afirmado durante el último medio siglo que la democracia es el único tipo de gobierno capaz de embonar a la perfección con una vida en sociedad regida por los derechos humanos.
Lamentablemente, cada quien tiene su concepto propio de democracia. Vaya, hasta el pseudo-socialismo soviético se llamaba a sí mismo democrático...
Algunos críticos de esta postura sostienen que no hay una regla de oro universal, evidente e irrefutable, que establezca que sólo la democracia es capaz de dar viabilidad a los derechos humanos. Sostienen que dicha afirmación sólo es parte de la ideología de las poderosas naciones paneuropeas para imponer su modo de ser a lo largo y ancho del planeta, así como para castigar, ya sea de manera económica o incluso militar, a los países que no se atienen a su modo de pensar; tales han sido los casos de las invasiones estadunidenses a Irak y Afganistán, por ejemplo.
Y bueno, también habría que unir a esa lista a otros países que están desde hace mucho en la lista negra: Cuba, Irán, Corea del Norte, etc.
En cuanto a las invasiones a esos países que el texto menciona, las invasiones no tienen mucho que ver con la manera en que manejaban la vida política en esos países, porque si por este ascpecto fuera(las no coinsidencias en la forma de pensar), ya habrían invadido a países como Arabia Saudita, otros regímenes islámicos y hasta la mismísima China. No, las invasiones a estos países involucran aspectos económicos y en el caso de Afganistan, una supuesta "venganza" por lo ocurrido en el 9/11.
Y en muchos lados no necesitan castigar para imponer su forma de pensar, solo les contagian aspectos culturales como la comida, bebidas, música, cine, etc.
No obstante que este tipo de crítica es saludable en la medida que pone un dique intelectual a las pretensiones neoimperialistas de los países poderosos del mundo, lo cierto es que, efectivamente, hasta el día de hoy, la forma de gobierno que ha demostrado la mayor capacidad y eficacia para garantizar y hacer respetar los derechos humanos es la democracia.
Pues hay que ver que no es igual la democracia en, por ejemplo, Noruega, Suecia, Finlandia, Dinamarca, Holanda, Suiza, que en la supuesta democracia estadounidense, ya que el tema habla de las "democracias".
Los países nórdicos que mencioné son sociedades altamente avanzadas, en las cuales existen instituciones eficientes y eficaces, el nivel de vida de la población es incomparable con el resto del mundo, qué decir de la educación. En esos países hay mecanismos mediante los cuales el ciudadano puede ponerse en contacto con su representante y proponer o criticar. Es ahí donde entra la democracia: los representantes obedecen al pueblo, porque ellos están por debajo del pueblo, sirven al pueblo y no se sirven del pueblo como en otros lados.

Por otro lado, la llamada democracia estadounidense es más bien una forma de tecnocracia, si bien tienen instituciones públicas fuertes, eficaces y eficientes, su sistema educativo está hecho a propósito para que no todos tengan niveles altos de educación, las intituciones encargadas de la seguridad a menudo le cargan la mano a las minorías, siendo estas las que llenan las cárceles y las listas de ejecución. Se trata de mantener ignorante a la mayor parte de la población, se usan a los medios, que buscan nuevas formas de entretenimiento para mantener ocupado al público estadounidense y por lo tanto, alejado de la información que verdaderamente le es relevante para su futuro.

Los derechos humanos allá son poco conocidos, y por lo tanto, violados continueamente: los policías buscan cualquier pequeña escusa para hacer uso de la fuerza extrema, son capaces de disparar a la menor provocación, cuando un sospechoso se encuentra en una persecusión con la policía y esta última le atrapa, es seguro que será sometido entre varios policias y sea brutalmente golpeado aún cuando no sea necesario en lo absoluto. Y esto es peor para el detenido si pertenece a un grupo minoritario. Gente inmigrante es humillada, mal pagada en comparación con ciudadanos estadounidenses de "primera", pero bien pagada comparada con la gente que trabaja en su país de origen.
La mayoría de la gente está o poco involucrada en la política o simplemente mal informada y por lo tanto, tiene opiniones parciales o poco objetivas sobre la situación.

El derecho humano más importante es sin duda el derecho a la vida, pues este derecho es violado por la pena de muerte que se aplica en múltiples estados de la unión, lo cual ha sido condenado por múltiples instituciones internacionales a las cuales, claro está, EU hace caso omiso.

La justicia por lo general actuá bien en ciertas situaciones, pero es inútil en algunas otras, principalmente cuando se trata de grupos de poder, como es el caso de los responsables de la reciente crisis mundial, de la cual no se ha salido completamente y cuya única víctima fue el defraudador Maddoff. La falta de regulación, es decir, una libertad exagerada, llevó a muchas instituciones a prestar dinero a personas que no podrían claraemnte pagar esa deuda. La irresponsabilidad de estas instituciones fue catastrófica para la economía.
Aquí, entonces, es preciso hacer una precisión de la mayor importancia. La democracia es una forma de gobierno en la que una mayoría decide, pero en la que todos participan.
Hay que preguntarnos entonces, ¿lo que no entra dentro de este concepto de democracia, es realmente democracia?
No puede decirse de un Estado que es democrático si no están incluidos todos los actores relevantes de una sociedad;
Otro aspecto por el cual ni México ni EU pueden ser considerados democracias, con la aclaración de que México esta muchisimo más lejos, al igual que la mayoría de los países de América Latina, de ser una democracia.
por éstos, y para seguir la caracterización que desde el final del Renacimiento se ha hecho de la dignidad humana, se debe entender a todos y cada uno de los integrantes de una nación, independientemente de su nivel educativo, poder económico o el grupo étnico al que pertenezcan.
Esto representa un reto fundamental para la gran mayoría de los Estados que se dicen democráticos, porque lo que en la práctica ocurre es que la “democracia” la llevan a cabo las clases económicamente privilegiadas y un cierto porcentaje de las clases medias, mayoritariamente aquellas con una cierta instrucción escolar.
Y es eso lo que pasa en los EU. En México, solo las clases altas y los grupos en el poder ejercen la "democracia". Nisiquiera la clase media tiene mucho que hacer en la "democracia mexicana".
Aunado a esto, existe la creciente tendencia a que los elementos formales de la democracia, como son las campañas, los usos y las personalidades políticas, se mezclen cada vez más con el dominio de la mafia, vía la corrupción, con lo que queda así minado el terreno para hacer valer con justicia la voluntad popular.
Una democracia de este tipo puede ser llamada “parcial” o “sesgada”.
¿Porqué llamar democracia a algo que claramente no es democracia?
El poder debería ser para el pueblo, no para una fracción del pueblo...
Dicha modalidad se ve exacerbada en el Tercer Mundo en general, y en el caso particular de América Latina cuenta con pesados lastres heredados del colonialismo peninsular de corte medieval. Por supuesto, una democracia sesgada (en la que estructuralmente se excluye a los más pobres, a los indígenas y a los iletrados) tiende a generar mucha más injusticia que respeto a los derechos humanos.
Aquí un ejemplo: el gobierno manda a hacer retenes, lo cual no solo es inconstitucional, sino ineficaz, ineficiente, distrae a las autoridades encargadas de la seguridad de actuar donde deberían de actuar y le da la impresión a personas poco informadas del pueblo de que se está "actuando para mejorar la seguirdad". Se violan flagrantemente los derechos de la ciudadanía, pero esta por lo general no lo sabe y aunque lo supiera y quisiera exigir que se detengan esas violaciones a sus derechos, no tiene a su dispocisión los mecanismos para ser escuchado.

El tema es muy extenso, da para mucho, supongo que habrá más tiempo para discuturlo después...
Saludos hasta la quinta chingada...
 
Volver
Arriba